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Violencia en la Escuela y Agencia

Unidad de Apoyo para el Aprendizaje


Proyecto PAPIIT Clave: IN401925

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Introducción

Aunque la violencia ha sido una constante en la historia de la humanidad, una ventaja de nuestra época es que ha sido objeto de profundos análisis. Para comprender este fenómeno es relevante realizar un acercamiento histórico, revisar las transformaciones en su ejercicio, cómo se ha hecho complejo y cómo también existen elementos de carácter procedimental y axiológico asociados a los derechos humanos y la cultura que ayudan a resolver hechos de carácter violento y aprender de ellos.

La violencia, en cualquiera de sus expresiones, es un fenómeno situado histórica y socialmente, pero que presenta también las posibilidades para resolverse y aprender de él.

Violencia

La violencia, es necesario decirlo desde ahora, es un acto degradante para todos los participantes, tanto para quienes llevan a cabo el acto violento, como para quienes lo padecen y sobre todo para aquellos que, pudiendo intervenir para resolverlo, no hacen nada para evitar que se reproduzca; de ahí la importancia de analizarlo y aprender de él, para que, en el futuro, se reduzca o erradique su presencia.

Agencia

La agencia, concepto planteado por diversos autores, entre ellos Giddens (2011), representa una opción que permite a los actores movilizar recursos institucionales, tanto de carácter humano como material, con el fin de superar, de manera individual y colectiva, las situaciones de carácter violento.

El ejercicio de la agencia muestra que la violencia es susceptible de ser analizada, tratada y resuelta, al tiempo que se fortalecen estructuras culturales basadas en el ejercicio de los valores y los derechos humanos en favor del bien común.

Objetivo

Identificar qué es la violencia, a través de un acercamiento sociohistórico, con la finalidad de reconocer la agencia como una herramienta que hace uso de recursos institucionales e interpersonales, para resolver problemas de carácter violento.

Un acercamiento sociohistórico al concepto de violencia

La violencia ha sido parte constitutiva de la historia de la humanidad. Cada época configura sus patrones de violencia, a veces de manera explícita, pero otras de forma implícita.

De las violencias antiguas a las violencias contemporáneas

Durante la Edad Antigua con Grecia o Roma, los castigos corporales y las ejecuciones públicas contra los transgresores eran parte del ordenamiento jurídico. A pesar del consentimiento hacia estas prácticas antiguas por la mayor parte de las sociedades, la historia contemporánea ha mostrado avances en la identificación y contención de ciertos ejercicios violentos. Como consecuencia, hemos sido testigos de una creciente condena pública hacia cualquier tipo de abuso, muertes y desapariciones forzadas de la población, a manos de las autoridades o entre individuos, de los exterminios, producto de las guerras, de la violencia hacia las mujeres, las minorías y el maltrato infantil.


Guerreros en batalla
Freepik. (s. f.). Guerreros [ilustración]. Tomada de de https://goo.su/WVkkU

Cambios en el ejercicio de la violencia a través del tiempo

La violencia se transformó y de castigos corporales o ejecuciones públicas reguladas por el aparato jurídico se pasó a una diversificación de las violencias propias de sociedades modernas más débiles y suaves (Lipovetsky, 2015), sin que por ello sea posible afirmar que unas violencias son mejores que otras. Al respecto, McGlynn (2009) señala que se vive una especie de cronocentrismo que nos hace pensar que las violencias de sociedades anteriores son “peores” que las actuales. Así, se habla de violencias “medievales” para aludir a comportamientos no humanos, indignos y de una degradación inaudita (McGlynn, 2009), como si las violencias de nuestro tiempo fueran una herencia desconocida o producto de un espíritu proveniente de periodos vergonzosos de la humanidad, que de pronto se traslada y apodera de nosotros.

Hombre violentando a mujers

Entonces, tenemos que la violencia ha sido un fenómeno situado histórica y socialmente. Las formas de violencia que distinguen a nuestra época son diferentes a la de épocas anteriores. En este rubro, nuestra época ha sido examinada con cierta profundidad. Autores como Lipovetsky, analizan la existencia de violencias salvajes y violencias modernas (Lipovetsky, 2015), y señala que, en épocas antiguas, la violencia se asociaba a la defensa bélica de la comunidad, la venganza, el honor y los principios colectivos que ayudaban en la sobrevivencia de los pueblos.

En la actualidad, existen distintos tipos de violencia: simbólica, estructural, subjetiva, de género, sexual, psicológica, ninguna de las cuales puede ser mejor o peor que otra; sin embargo, es posible afirmar que, en nuestra época, “supuestamente civilizada” y tecnológica, se ejercen violencias tanto o más degradantes que las que pudieron existir en épocas pasadas.

Institución escolar, violencias e identidades contemporáneas

Comprender la violencia requiere situarla en el tiempo y lugar en que se produce. Si nos apegamos a nuestro marco y época histórica, es posible observar cómo la violencia está vinculada a guerras, invasiones, acciones represivas del Estado, relaciones interpersonales, de género o estereotipos de identidades masculinas, que se asocian a ciertos rasgos, como la dureza, fortaleza, agresividad, dominio y hermetismo. La violencia es un proceso que se construye socialmente y es aprendida por los sujetos involucrados. Al constituirse en un objeto de aprendizaje, es posible que se invisibilice y pase a formar parte de la vida cotidiana.

En la institución escolar se producen distintos tipos de violencia. Bourdieu y Passeron (2009) los analizaron e investigaron la escuela, y concluyeron que es reproductora de violencia. Bourdieu también analizó la violencia social en su expresión de dominación masculina (Bourdieu, 2010).

En cuanto a la escuela, para hacer su trabajo, se recurre a la violencia simbólica (Bourdieu y Passeron, 2009) de diversas maneras, pero siempre se hacen pasar los contenidos curriculares como parte de una cultura académica objetiva que en realidad es producto de un escenario socioeconómico y cultural con profundas desigualdades y violencias. Algo similar, pero a nivel social, sucede con la “dominación masculina”, es decir, una historia de supremacía legitimada en condiciones de carácter biológico que han sustentado relaciones desiguales entre los sexos (Bourdieu, 2010).

En estos escenarios preexistentes, tenemos que, si en la escuela se aprenden contenidos académicos, también existen aprendizajes lejanos a lo estrictamente académico. Entre ellos se encuentra la necesidad de aprender a construir una identidad, cuestión de que se toma conciencia en la escuela. Se producen identificaciones con grupos para integrarse y establecer lazos sociales y afectivos. Principalmente entre los varones, estos lazos están mediados por actos que involucran prácticas violentas que quedan invisibilizadas cuando lo fundamental es sentirse aceptado(a) e integrado(a) a estos grupos, o bien, construir una identidad que se asocia a una imagen de fortaleza que debe reafirmar que ya no se es “niño” (Olavarría y Teresa, 1997), por lo que es común que distintas formas de violencia se normalicen como parte de su identidad.

Entendemos aquí la violencia como un concepto situado social e históricamente y en el cual las formas socioculturales de interacción propician que un grupo o individuo dañe a otro(s) de manera física, emocional o psicológica. Se trata de agresiones físicas directas, verbales, expresiones homofóbicas, misóginas, excluyentes o discriminatorias y humillantes que forman parte de procesos que estructuran escenarios violentos.

Existen distintos tipos de violencia, pero hay dos que distinguen más nuestra época: la violencia simbólica y la de género. La primera se basa en códigos, imágenes o signos de carácter social, económico o cultural que legitiman la discriminación, exclusión o cualquier tipo de abuso, acoso u hostigamiento, mientras que la segunda toma como pretexto la pertenencia a algún grupo e identidad de carácter sexual, la preferencia en la apariencia, vestimenta u orientación sexual para llevar a cabo agresiones. Algunos ejemplos son los siguientes:

La violencia simbólica y la violencia de género no son exclusivas de los varones. En las instituciones escolares ha sido común encontrar que tanto hombres como mujeres desarrollan una serie de actitudes asociadas a la discriminación, exclusión, racismo, clasismo, misandria o misoginia como parte de sus interacciones, ya que debido a los códigos que se comparten, frecuentemente asociados a estereotipos, este tipo de tendencias puede hacer a una persona popular u otorgarle prestigio entre la comunidad escolar.

Personas burlándose

¿Qué es agencia?

Si bien existen espacios que naturalizan la existencia de actitudes violentas, los sujetos también identifican y ponen en marcha acciones para enfrentar estas circunstancias y es lo que conocemos como agencia (Giddens, 2011).

Giddens (2011) señala que la teoría social ha subvalorado la capacidad que tiene el común de las personas para conducirse en la vida cotidiana. Por eso, señala Giddens, los actores, donde quiera que los encontremos, tienen una “comprensión teórica continua sobre los fundamentos de su actividad”, son “agentes entendidos” que saben mucho de las condiciones y consecuencias de lo que hacen. Los actores, en este caso los estudiantes, son capaces de explicar múltiples aspectos de su vida en sociedad y en las instituciones de las que forman parte; se trata de un entendimiento complejo que les permite movilizar recursos, porque la agencia no es sólo la intención de hacer algo, sino la posibilidad y la capacidad de hacerlo.

Personas conviviendo

Violencias e identidades con agencia

Las instituciones son, en este aspecto, instancias que constriñen, que limitan, censuran y coartan libertades; sin embargo, los estudiantes, desde la educación básica hasta la superior, la mayoría de las veces son capaces de encontrar el camino o resolver problemas de distinto orden: académico, administrativo, organizativo, etc., si no fuera así, no podrían avanzar en sus trayectorias escolares. Identifican dificultades, planean, calculan y actúan. Perciben y analizan la violencia simbólica de que pueden ser objeto por parte de las distintas representaciones institucionales con las que pueden entrar en contacto y que van desde el profesor(a) con quien llevan una asignatura, hasta quien atiende la ventanilla en donde deben hacer un trámite que ni siquiera tienen claro.

En este ámbito, que identifiquen la ruta que naturaliza la violencia en distintos espacios en que se relacionan con los otros es más complicado, pues la misma violencia simbólica institucional de la que puede ser objeto cualquier alumno, pareciera no ser tan incompatible con alguna forma de violencia que se pueda ejercer entre compañeros(as). Después de todo, la competitividad y la meritocracia que distinguen a las escuelas parecieran colocar a los sujetos en una delicada posición que les permita manejarse entre el respeto al otro y la demostración de que se es mejor, aunque ello implique denostación, ridículo o humillación.

El común de las y los estudiantes reconoce formas de intercambio que se alejan de principios como el respeto, la solidaridad o la dignidad, pero que, debido a esta normalización de distintas formas de violencia, no tienen claro cómo resolver, sobre todo si se saben observados, tanto por sus pares como por los docentes. Lo que muestran algunas investigaciones (Juárez, 2017) es que sí tienen la predisposición y conocimientos suficientes para analizar y resolver este tipo de situaciones; es decir, son “agentes entendidos” y comprenden el devenir de la situación que enfrentan, pueden movilizar recursos y hacer uso de mecanismos institucionales a su alcance para resolver tales cuestiones.

Agencia y relevancia del bien común en instituciones educativas

En un ámbito institucional, situaciones que implican violencia pueden ser detenidas de manera colectiva, mostrando diversas habilidades y, frecuentemente, sin que los involucrados se percaten de ello. El uso pertinente de las relaciones en los grupos de pares es fundamental. Algunos ejemplos muestran a estudiantes incluyendo en sus equipos de trabajo a alumnos(as) recién integrados a la escuela y que ya han sido objeto de exclusión en otros momentos, o bien, enfrentando de manera colectiva a los acosadores del grupo o de la escuela con relativo éxito.

La agencia es una cualidad individual o grupal que se distingue por el uso asertivo de los recursos humanos y materiales institucionales, además de establecer relaciones de carácter humano entre estudiantes y de ellos con docentes, y priorizando principios de convivencia respetuosa y digna. Se trata de buscar coincidencias de espacios, intereses y fines enmarcados en valores, como la solidaridad o la empatía hacia los otros. Al respecto, el bien común, como afirmaron filósofos antiguos como Sócrates y Aristóteles hace dos mil años, tendría que continuar como los propósitos de la vida en colectivo del ser humano.

Personas uniendo manos

Actividad. Algunos conceptos básicos

Para identificar la violencia, su contexto histórico y relación con la agencia, hay que tener un mínimo de precisión conceptual. A continuación, identifica algunos de esos conceptos fundamentales.

Autoevaluación. ¿Identificas situaciones de violencia o agencia?

Muy bien, felicidades por llegar al final de este tema.

Si bien la violencia ha estado presente a lo largo de la historia del ser humano y se expresa en distintos espacios de nuestra vida, afortunadamente existen herramientas éticas y de conocimiento que ayudan a resolver situaciones de carácter violento.

Fuentes de información

Bibliografía

  • Bourdieu, P. (2010). La dominación masculina. Anagrama.
  • Bourdieu, P. y Passeron, J. C. (2009). La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza. Fontamara.
  • Giddens, A. (2011). La constitución de la sociedad. Amorrortu.
  • Lipovetsky, G. (2015). La era del vacío. Anagrama.
  • McGlynn, S. (2009). A hierro y fuego. Las atrocidades de la guerra en la Edad Media. Crítica.
  • Olavarría, J. y Teresa, V. (1997). Masculinidades. Poder y Crisis. Flacso.

Documentos electrónicos

  • Juárez, A. (2017). Estudiar y sobrevivir en Iztapalapa. Etnografía de la violencia e identidades masculinas en una escuela secundaria de Santa Catarina. https://doi.org/https://repositorio.cinvestav.mx/bitstream/handle/cinvestav/2936/SSIT0014670.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Cómo citar

Juárez, A. (2025). Violencia en la escuela y agencia. Unidades de Apoyo para el Aprendizaje. CUAED/Facultad de Estudios Superiores Acatlán-UNAM. (Vínculo)