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La Naturaleza del Coaching

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Introducción

La naturaleza del coaching se orienta hacia el cambio y la transformación de las personas y equipos dentro de las organizaciones, que ubican al sujeto en donde se encuentra actualmente, para encaminarlo hacia donde quiere estar. Durante este proceso se aprecia el descubrimiento de los potenciales del coachee; al hacer esto, la toma de conciencia es imprescindible para el inicio del proceso de coaching, el cual se busca a partir de diversos ejercicios y preguntas. Una vez que se toma conciencia, se asumen responsabilidades entre el coach y su coachee.

Una mujer y un hombre estableciendo una relación entre coach y coachee, utilizando una comunicación verbal y no verbal

Es muy importante construir la relación entre coach y coachee; para lograrlo, interviene el arte de entablar un diálogo y escuchar al otro, en donde se utiliza el lenguaje y la comunicación verbal y no verbal.


Reconocer las principales habilidades que el coach buscará desarrollar en el coachee, para vincularlas a los ámbitos personal, profesional y organizacional.

Cambio como principio del coaching

El coaching ayuda a las personas a cambiar; es un proceso de modificación de hábitos para alcanzar sus metas u objetivos. Para tomar conciencia de esos hábitos es necesario comprender el proceso “acción igual resultado” y la forma como las personas funcionan ante el mismo.

Cuando se realiza una acción y se obtiene un resultado positivo, se tiende a repetir el mismo proceso ante situaciones similares. La pregunta es ¿cómo actuar cuando el resultado es negativo? Por regla general, se prueban otras acciones sin analizar el proceso y es posible que se produzca una reiteración inconsciente de un mismo proceso con pocas posibilidades de arrojar un resultado distinto que sea acertado, lo cual lleva al sujeto a resignarse, estancarse o bloquearse y, a partir de ahí, decirse a uno mismo que es imposible cambiar.

Afortunadamente, desde tiempos muy remotos (basta con remontarse a maestros de la filosofía como Sócrates, Aristóteles, Confucio, Séneca, Baltasar Gracián, etcétera) se ha observado que la persona puede cambiar cuando toma conciencia de su actitud; asimismo, también es importante observar las propias acciones, formas de afrontar los problemas, ver la vida y asumir los hechos. Un cambio real debe sustentarse en estos puntos, ya que la actitud (y no la acción) es la raíz del error.

En el coaching se promueve que si se siembra una actitud, se cosecha una acción; si se siembra una acción, se cosecha un hábito; y si se siembra un hábito, se cosecha un carácter que lleva al hombre a un resultado específico. Por lo tanto, se llega al siguiente razonamiento: “Si no me gusta mi situación actual, puedo elegir cambiar de actitud”. En ese punto, el coach es solicitado para trabajar con un coachee o cliente.

La actitud se entiende como el conjunto de las propias conductas, creencias, valores y mística personales y profesionales.

El cambio es el tema más recurrente en coaching; cada persona puede cambiar su vida si se lo propone. Dice Whitmore (2005) que “la necesidad de un cambio en la práctica empresarial nunca ha sido tan importante como lo es hoy” (p. 30). Se pueden enumerar varias situaciones que no llevan a cambios profundos:

  1. Cambiar a los demás: ¿Por qué siempre se pretende que los demás cambien?
  2. El cambio como excusa: ¿Una persona dice que va a cambiar para dar mejor imagen?
  3. El cambio como varita: Si una persona cambia, ¿se arreglará todo?
  4. El cambio como intención: Si una persona dice que va a cambiar, ¿significa que va a cambiar?
  5. El cambio como planificación: ¿La motivación es suficiente para conseguir mejorar?
  6. Cambiar o seguir: ¿La propia vida requiere realmente cambios importantes o sólo pequeñas mejoras?
  7. El cambio es una alternativa más: ¿Cambiar es obligatorio o existen otras opciones?

Los autores que han estudiado el cambio definen que, para hacerlo realidad, será un proceso de tres pasos.

Evolución de figuras de origami de un cisne a un avión cambiando para mejorar

Proceso para el cambio

  • Descongelamiento: Se abandonan las ideas y prácticas antiguas para aprender las nuevas. La incapacidad de abandonar las viejas ideas, comportamientos y sentimientos es lo que genera la resistencia al cambio.
  • Cambio: Es el paso en donde se aprenden las nuevas ideas y prácticas (pensamientos). Pensar, razonar y desempeñarse en nuevas formas (pensamientos y comportamientos): sentimientos de confusión, desorientación, sobrecarga y frustración, pero también esperanza, descubrimiento y emoción.
  • Recongelamiento: Quiere decir que lo aprendido se integra a la práctica real. Se acepta intelectualmente, se adoptan nuevas prácticas y se incorporan emocionalmente.

El coaching consiste en acompañar a personas en un proceso de cambio, tanto a nivel personal como profesional, para alcanzar ciertas metas u objetivos previamente establecidos. Cabe recordar que el cambio empieza en uno mismo. La forma de ser y actuar en la vida es el resultado de un equilibrio entre lenguaje, cuerpo y emociones. Se puede utilizar la inteligencia aplicada incluso a lo corporal para cambiar la interpretación del mundo tal como se percibe; se puede elegir responsabilizarse de ese cambio corporal para cambiar la visión propia del mundo y los comportamientos que se deseen (menos estrés, más serenidad, dejar adicciones, tener motivaciones).

La movilidad del cuerpo se conecta directamente con la esencia de lo que una persona es y lo que desea ser; el cuerpo no engaña. Si se incorporan nuevos modelos de conexión corporal, se desarrollará una nueva capacidad de aprender y una nueva forma de ser y actuar.

El uso de este conocimiento del cuerpo a través del movimiento aporta los recursos para lograr objetivos personales y profesionales. En algunas modalidades de coaching, como el de vida, ejecutivo o de equipos, se invita a los participantes a descubrir las herramientas para lograrlo; se experimenta en qué medida, al cambiar la forma de moverse, es posible influir en la manera de conversar, gestionar emociones, las interpretaciones que se les dan y su impacto en los demás.

Hombres y mujeres moviendo su cuerpo de manera distinta tomando posiciones diversas

Potenciales en el coaching

Se presentan las tres definiciones comúnmente utilizadas para la definición de potenciales en el coaching.

John Whitmore

“El coaching consiste en liberar el potencial de una persona para incrementar al máximo su desempeño. Consiste en ayudarle a aprender en lugar de enseñarle” (Hellriegel y Slocum, 2004, p. 20).

International Coach Federation

“El coaching es […] un proceso continuo de partenariado que permite al cliente obtener resultados satisfactorios en su vida personal y profesional. A través del proceso de coaching, el cliente profundiza en sus conocimientos, mejora su rendimiento y revaloriza su calidad de vida” (Launer, 2011, p. 22).

Castro y Ocampo

“El coaching a nivel organizacional es un enfoque integrador que permite establecer relaciones sinérgicas entre los objetivos personales, los del equipo de trabajo y los de la empresa” (Castro, 2010, p. 16).

El potencial que todas las personas poseen y no utilizan se refiere a competencias y habilidades aún no desarrolladas. En la búsqueda del potencial, las personas se encuentran comúnmente con muchas barreras, como las siguientes:

  • No creer en su potencial, ni en el de otras personas, sino sólo en la preparación.
  • No creen sentir pasión por lo que hacen, sino sólo sufrir.
  • Están cumpliendo mandatos sociales, parentales y otros sin poder ver dentro de sí mismas y decidir quién quieren ser.
  • Ante el fracaso, carecen de coraje, voluntad y autoconfianza para persistir.
  • No poseen la resiliencia para estar emocionalmente listas y salir del estrés y los traumas del pasado.

Para superar éstas u otras barreras, se necesita establecer una estrategia o por lo menos saber cómo se desea llegar a los propios objetivos; es decir, aprender paso a paso a descubrir todas las cualidades que se poseen, a descubrir el potencial, plantear la propia meta a seguir y la mejor estrategia para combinarlos. Lo anterior se puede conseguir más rápido si se cuenta con un guía en el proceso. El ser humano es sociable por naturaleza y siempre existe la necesidad de ayuda de otro individuo.

Para Whitmore (2005), obtener lo “mejor de alguien” y “el potencial oculto” quiere decir que dentro de la persona hay un sinfín de cosas que están esperando a ser liberadas. Por ello, si el directivo o coach no cree que la gente tenga potencial, no será capaz de mostrarlo al coachee. Un coach debe pensar en su personal en términos de su potencial, no de su desempeño; para ello, se debe llevar a cabo una estrategia. Esto facilita determinar en dónde invertir los recursos que se tienen de manera más efectiva, con base en las prioridades determinadas en la estrategia.

Whitmore (2005) plantea que, para sacar lo mejor de la gente, el coach debe creer que lo mejor está ahí; considera que la gente normal hará cosas extraordinarias cuando sea necesario y sostiene la idea de que la capacidad está ahí; la crisis es el catalizador. Un desempeño extraordinario puede ser sostenible, quizá no sobrehumano, pero sí a niveles superiores de lo que en promedio uno suele aceptar. Un tercero (coach) ayudará a que el coachee diseñe su propia estrategia.

Conciencia en el coaching

Conciencia

Se entiende como conciencia la comprensión del conocimiento relevante; esto quiere decir que el conocimiento de una persona se ha obtenido con la mente, sentidos y emociones. Esto implica un estado de entendimiento de las emociones y pensamientos, así como de los comportamientos que los acompañan.

La conciencia implica adquirir un conocimiento de algo a través de la reflexión, observación o interpretación de lo que uno ve, siente, oye, etcétera. Algunas personas se sienten abrumadas por sus sentimientos y pensamientos, e impotentes para cambiarlos; otras los aceptan, pero no hacen el menor esfuerzo por profundizar en ellos, aun si son negativos y perturbadores.

Por otro lado, los individuos que son conscientes de sus sentimientos y conocen o usan técnicas para superar cualquier estado negativo tienden a administrar sus emociones de manera más eficaz. Logran desarrollar la capacidad y seguridad en sí mismos. La concientización puede ser de uno mismo en el caso del desarrollo personal o de otros en la administración con otras personas.

La toma de conciencia se debe generar desde el interior de uno mismo; de lo contrario, no habrá responsabilidad. Un coach produce toma de conciencia dentro y para el cliente. En un primer momento, al conocer la palabra coaching y su significado, resuenan las palabras presente y futuro; es decir, el coaching trata de explorar el presente para diseñar el futuro (O’Connor y Lages, 2005). Para ello, utiliza el planteamiento de objetivos concretos que ayudan a proyectar hacia dónde quiere dirigirse una persona, y a través de un proceso de coaching, esos objetivos están alineados con unos valores fundamentales, que rigen la motivación y pasión de una persona por conseguirlos.

Para lograr la toma de conciencia el coach puede plantearse preguntas para propiciar el autoconocimiento en su coachee, como las siguientes: ¿Cuáles son las ideas, emociones o miedos que llevan al coachee a hacer o dejar de hacer actividades? ¿Qué lleva al coachee a tomar decisiones que lo ubican en el estado actual?

Al tomar conciencia, se promueve el desarrollo de la responsabilidad del propio coachee sobre sí mismo. Tomar conciencia de uno mismo es el paso inevitable hacia el éxito; si no sé quién soy, mucho menos sabré qué quiero o para qué sirvo; igualmente, si no conozco mis sentimientos no podré comprender los de los demás, con lo que sufriré más conflictos de los deseables, aunque conocerse a sí mismo no es tarea fácil y probablemente se descubrirán cosas que no sean agradables. Sólo desde el autoconocimiento se consigue evolucionar y mejorar en todos los aspectos; por otro lado, conocer sus puntos fuertes permitirá a la persona elegir un objetivo auténtico con base en su personalidad, valores y capacidades; esta labor no tiene que ser traumática, ni se debe sentir culpa o vergüenza al reconocer algo poco agradable, ya que se trata de cambiarlo.

Mujer mirándose al espejo, señalándose y analizándose

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La reflexión va unida a dos palabras, “tomar conciencia” de quiénes somos, qué queremos y a dónde nos queremos dirigir. Esa conciencia de uno mismo requiere tranquilidad, paciencia y una pausa que disponga a la persona a un estado emocional positivo.

Ser consciente supone prestarse atención, estar en el presente, vivir el aquí y el ahora, lo cual facilita el proceso de autoconocimiento; por ello, la relevancia del coaching es que parte desde el ahora.

Una cuestión por aclarar es que tener objetivos no significa vivir en el futuro. Algunas personas piensan que planificar y gestionar un proyecto de vida basado en objetivos es ser demasiado analítico y racional, ya que se carece de la espontaneidad necesaria para dejarse llevar o se asocia, desde algunas posiciones sociales, al estado de sensación de felicidad.

Eso es una creencia socialmente aceptada; sin embargo, tener un objetivo no significa quitarle espontaneidad a la vida, sino darle un sentido o propósito. No significa ser rígido a una idea; se puede ser flexible, adaptarse a las circunstancias y replantear esos objetivos con el tiempo. El mundo actual está en continuo cambio; por ello, los objetivos pueden variar y adaptarse también a esos cambios según las necesidades e intereses de cada persona.

Responsabilidad en el coaching

Cuando digo algo lo estoy declarando. No hay sujeto prediscurso; el sujeto inicia a partir de la palabra. El poder de las palabras dice: “Tú tienes afirmaciones, declaraciones, promesas y juicios”. El modelo ontológico del coaching se basa en el lenguaje. La ontología es la parte de la filosofía definida como la ciencia del ser; de esta manera, el coaching ontológico significa “entrenamiento del ser” y se da a través del lenguaje, el cual no sólo describe la realidad, sino que se genera a través de él.

Desde el punto de vista del coaching ontológico, se asume la responsabilidad como la capacidad de responder ante determinadas situaciones que se presentan. Al analizar la palabra responsabilidad y descomponerla en dos unidades, se puede entender de dónde surge esta idea.

Manos de diferentes personas sosteniendo un letrero con la palabra responsabilidad

Responsabilidad=RESPONS (H) ABILIDAD

Entonces, la responsabilidad es la habilidad de responder y la elección de la posición a tomar frente a los acontecimientos que se viven; es la propia libertad de elección de las propias acciones a cada momento.

Con base en este concepto del coaching ontológico, se visualiza que la responsabilidad puede asumirse de dos maneras distintas.

Responsabilidad reactiva: explicaciones tranquilizadoras

La responsabilidad recae en otra parte y no en la propia persona; las respuestas reactivas se conocen como explicaciones tranquilizadoras, porque no responsabilizan al sujeto de ser parte del problema, el cual persiste, y la persona se declara inocente de lo que sucedió, de manera que asume el papel de víctima. Gracias a ello, se encuentra imposibilitada para cambiar la situación.

Responsabilidad proactiva: explicaciones generativas

En esta respuesta me hago parte del problema, asumo mi responsabilidad, me transformo en protagonista de mi propia vida, y también al asumir mis errores tengo la capacidad de accionar distinto y cambiar la situación a algo querido.

Una de las ventajas que nos puede proporcionar una autoestima elevada es una tendencia clara hacia la vida activa y positiva, desde la asunción de la responsabilidad de nuestros sentimientos, pensamientos y actos, ya que frente a contratiempos o problemas las preguntas suelen ser: ¿Qué puedo hacer para solucionarlo? ¿Qué opciones y recursos tengo a mi disposición para solventarlo? Seguro que he pasado algo por alto, ¿qué será? Como se aprecia, la responsabilidad la asume la persona con la autoestima elevada, no reparte culpabilidades. Esta idea la dejará entrever el coach desde su posición ética, pero sin dejar de promover la reflexión de la responsabilidad del coachee sobre sus decisiones, así como remarcar su autonomía e independencia.

Todas las personas que son conscientes de su responsabilidad y la asumen sin problemas también promueven una autoestima elevada que deriva en una orientación activa al confiar más en sí mismas, con el autoconvencimiento de ser más aptas y, finalmente, más felices.

La responsabilidad propia está acompañada por ideas como “Soy responsable de lo que elijo y hago”, o “Soy responsable de cómo utilizo mi tiempo o desarrollo mi trabajo”. Debe promoverse la reflexión sobre la idea “Somos el centro de lo que hacemos y cómo lo hacemos, con nuestra capacidad de elección y de asumir nuestros actos como propios, para bien o para mal, respetando principalmente nuestros valores”.

Durante el proceso de coaching es muy importante que el coachee se dé cuenta de que la mayor parte de las cosas que pasan están bajo su control. De una serie de opciones, cada sujeto elige, aunque muchas veces no sea consciente de ello y piense que sólo puede escoger una cosa.

Si el sujeto no asume su responsabilidad en lo que está bajo su control, acabará con una vida descontrolada, echará la culpa a los demás de sus actos, se frustrará cada vez más y se alejará de la idea de ser dueño de su vida.

La construcción e importancia de la relación

El coaching se evidencia en una relación profesional respaldada por un contrato o acuerdo en donde participan el coach, el coachee y, a veces, la empresa cliente si se trata de coaching a empresas o equipos de trabajo. Esto implica que la relación entre las partes es bidireccional o triangular y no sólo deberán atenderse las particularidades de cada participante, sino también las relaciones entre cada par de actores.

El diálogo entre las partes debería ser suficiente para dejar claros los objetivos del coaching y permitir armonizar dos finalidades distintas que no tendrían por qué ser opuestas.

El cliente (a veces es la empresa) querrá (o deberá) formalizar la relación comercial con el coach mediante un contrato de índole comercial o de servicios, el cual será el punto de referencia para todas las partes y deberá incorporar los siguientes rubros:

● Objetivos perseguidos

● Duración del proceso (datos sobre la frecuencia y periodicidad de las reuniones, lugar, etcétera)

● Condiciones de confidencialidad

● Razones de posible rescisión o terminación del contrato antes del tiempo estipulado

● Procedimientos de evaluación

● Costo y forma de pago

● Nivel de compromiso por parte del coachee

También se deberá incluir algún apartado que prevea las acciones que el cliente y el coach deberán adoptar en caso de surgir algún imprevisto durante el ciclo de coaching.

Habrá reserva en lo referente a la comunicación que tenga lugar entre coach y coachee. La confianza construida en la relación será el resultado de un contrato moral que deberá reforzar el vínculo entre esas partes, ya que el trabajo del coach se desenvuelve en la búsqueda de un resumen armónico entre los intereses de todas las partes.

Como profesional, el coach deberá mantener informado al cliente sobre los avances del proceso. Para ello, es importante que el coach mantenga una distancia apropiada, sobre todo si al hacer coaching empresarial o de equipos se atiende a diferentes personas de un mismo nivel jerárquico o diferentes miembros del equipo de administración.

Existen dos grandes maneras de entender el coaching. Por una parte, el coaching puede constituir una forma de ser, vivir y trabajar; en este caso, el directivo asume los principios, actitudes y prácticas esenciales del coaching, y se mantiene atento al desempeño y actitudes de sus colaboradores para hacer posible que perciban todo aquello que puedan mejorar continuamente; es un iniciador y activador del despertar de las conciencias de los colaboradores, quienes dinamizan los cambios. No obstante, si el directivo debe intervenir en un momento dado, eso hará. Es posible decir que, en esta concepción del coaching, el directivo se desenvuelve como coach de una manera cotidiana.

La otra alternativa consiste en programar procesos formales de coaching, en momentos concretos, con una duración determinada y para conseguir unos objetivos específicos.

Ambas alternativas pueden utilizarse al mismo tiempo. De hecho, la solución ideal consiste en liderar cada día la empresa o departamento desde principios y prácticas de coaching y desarrollar de manera complementaria procesos formales cuando corresponda. Como afirma Tejerina (2006), las actitudes, habilidades y competencias personales son difíciles de modificar precisamente porque son humanas; eso exige atención, reflexión y acción. Por ello, en cualquiera de las dos versiones mencionadas o en ambas de manera simultánea, el coaching puede ser de gran utilidad para conseguir que la gente se haga cargo de sí misma de manera autónoma y responsable.

Entre los elementos personales del proceso de coaching se considera muy importante el establecimiento de un vínculo sólido. En el proceso de coaching, tanto en su versión generalizada como en la relativa a procesos formales, siempre intervienen dos personas, independientemente de que pueda tratarse de un grupo o colectivo en donde todos observan y participan. Por lo general, el coaching suele aplicarse de manera individual y, en el caso colectivo, de forma sucesiva.

Puede darse el caso de que sólo intervenga uno o dos asistentes, pero los demás desarrollarán el proceso pertinente de aprendizaje a partir de las preguntas que genere el coach y que el coachee responda. Entre dos individuos con diferentes roles se entabla un vínculo o relación, pero el entorno también se beneficia.

Para lograr este vínculo es necesaria la comunicación, la cual parte de que el coach tenga desarrollada la habilidad de escuchar activamente, lo que implica enfocarse completamente en lo que el cliente dice o no dice y entender el significado de lo que se dice en el contexto de los deseos del cliente y apoyarlo para que se exprese.

Además, es importante señalar que la comunicación puede ser verbal y no verbal. La comunicación verbal puede realizarse de dos formas: oral (a través de signos orales y palabras habladas) o escrita (representación gráfica de signos). La comunicación no verbal se realiza a través de una multitud de signos de gran variedad: imágenes sensoriales (visuales, auditivas, olfativas), sonidos, gestos, movimientos corporales, etcétera. Al hablar con alguien, sólo una pequeña parte de la información obtenida de esa persona procede de sus palabras. En el campo de la comunicación, se ha estimado que entre el 60 y 70 % de lo comunicado se hace mediante el lenguaje no verbal: gestos, apariencia, postura, mirada y expresión.

Mujer y hombre conversando de frente, gesticulando con sus manos y facciones faciales

Como afirma Larriera (2005), el rol del coach (sea un directivo o un profesional externo o interno a la empresa) no es el de un formador, estrictamente hablando, aunque guarde grandes similitudes y finalmente se trate de aprender algo mediante el coaching. Tampoco asume sólo el rol de un consultor o un mentor, aunque también mantenga ciertas similitudes con esas figuras. Es todo eso y más al desplegar un rol u otro según convenga con base en las situaciones, objetivos y circunstancias, siempre apegado al marco general del coaching, el cual es integrado, multidisciplinar, flexible y completo. Un coach es quien facilita el aprendizaje y desarrollo de nuevas formas de resolver problemas, y ayuda al sujeto a ganar autonomía.

Puede afirmarse que el profesional del coaching asume roles que implican actuar directamente, al señalar las áreas que deben mejorarse e indicar cómo hacerlo, o bien deja absoluta libertad al sujeto para que identifique dichas áreas o encuentre y aplique con éxito actuaciones alternativas (preventivas o de intervención). Asumirá esos roles extremos cuando los objetivos, recursos, situación y circunstancias así lo exijan; sin embargo, se posicionará en una zona media, entre un vínculo íntimo y uno profesional, siempre atento para hacer posible que el sujeto descubra por sí mismo los aspectos que debe mejorar o cambiar (relativos a formas de pensar, sentir, actuar y relacionarse), la forma y momento de hacerlo con eficiencia e ingenio y de manera cotidiana a través de la autoevaluación.

O’Connor y Lages (2005) definen al profesional del coaching como un “mago del cambio” (p. 16) que toma las cartas que el sujeto tiene y le ayuda a jugarlas mejor, cambiar las propias reglas del juego o encontrar un juego mejor. De este modo, el profesional acompaña al sujeto a conocer a su enemigo, descubrir y desarrollar potencialidades (y oportunidades) y desarrollar competencias.

Proceso formal de coaching y competencias

Siguiendo a Cantera (2004), se proponen las siguientes fases del proceso formal de coaching y algunas competencias que debe poseer el profesional.

Fase 1. Alineamiento con la organización, identificación y diagnóstico; inicio del proceso

  • Atención e identificación
  • Compromiso
  • Confianza
  • Confidencialidad
  • Estructuración
  • Diagnóstico
  • Planificación
  • Organización

Fase 2. Desarrollo del proceso

  • Empatía
  • Confianza
  • Compromiso
  • Comunicación
  • Habilidades sociales
  • Flexibilidad
  • Proponer retos
  • Escuchar y preguntar
  • Análisis y síntesis
  • Pensamiento global
  • Integridad
  • Orientación al cliente
  • Buenos hábitos de trabajo
  • Actitudes, valores y creencias favorables
  • Competencia emocional
  • Paciencia
  • Tomar decisiones y resolver problemas
  • Creatividad
  • Sensibilidad
  • Independencia
  • Entusiasmo y motivación
  • Conocer al ser humano
  • Gestionar recursos y métodos
  • Mantenerse en el proceso/objetivos y dirigirlo
  • Iniciativa
  • Optimismo

Fase 3. Conclusión del proceso

  • Síntesis
  • Evaluación

Actividad. ¡Hoy voy a cambiar!

La transformación es la meta del coaching y, cuando se toma la decisión de cambiar, el proceso es más sencillo si se cuenta con el apoyo de un profesional.

Autoevaluación. Transformarse y crecer

El coaching te ayuda en el proceso de transformación para alcanzar tus metas y modificar actitudes y hábitos que te limitan.

Fuentes de información

Básicas

Bibliografía

Cantera, F. J. (2004). Coaching, mitos y realidades. Madrid: Pearson.

Castro, M. C. (2010). Coaching multidimensional. México: Trillas.

Covey, S. R. (1998). Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. México: Paidós.

Frankl, V. E. (2004). El hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder.

Hellriegel, D. y Slocum, J. W. (2004). Comportamiento organizacional (10.ª ed.). México: Thompson.

Larriera, E. (2005, marzo). Coaching mayéutico o cómo ser maestro: la herencia de Sócrates en las organizaciones. Capital Humano, 18(186), 70-78.

Launer, V. (2011). Coaching, un camino hacia nuestros éxitos. Madrid: Pirámide.

Newstrom, J. W. (2007). Comportamiento humano en el trabajo (12.ª ed.). México: McGraw-Hill.

O’Connor, J. y Lages, A. (2005). Coaching con PNL. Guía práctica para obtener lo mejor de ti mismo y de los demás. Barcelona: Urano.

Tejerina, J. (2006). Coaching para la fuerza de ventas. Capital Humano, 19 (204), 66-69.

Whitmore, J. (2005). Coaching - El método para mejorar el rendimiento de las personas. Barcelona: Paidós Ibérica.

Williams, M., Marín, C. E. y Byrne, J. (2002). Estudio sobre los 8 comportamientos clave del coach. Excelencia, 35, 12-14.

Documentos electrónicos

Castillo, M. E. y Narcia, C. Y. (2005). Apuntes digitales para la asignatura Coaching. México: SUAyED-FCA-UNAM. Consultado el 26 de septiembre de 2017 de http://fcasua.contad.unam.mx/apuntes/interiores/docs/2005/contaduria/opt/0285.pdf

Martínez, J. A. (2011, junio). Coaching y liderazgo. Contribuciones a la Economía. Revista Académica Virtual. Consultado el 8 de noviembre de 2017 de http://www.eumed.net/ce/2011a/jamg3.htm

Sitios electrónicos

ADR Formación. (2017). Sección: La responsabilidad, nuestra guía. Consultado el 8 de noviembre de 2017 de http://www.adrformacion.com/cursos/coaching/leccion3/tutorial8.html

Cómo citar

Fernández, L. A. (2017). La naturaleza del coaching. Unidades de Apoyo para el Aprendizaje. CUAED/Facultad de Contaduría y Administración-UNAM. Consultado el (fecha) de (vínculo)