Valores
Creencias duraderas acerca de que ciertas conductas o consecuencias específicas sean preferibles sobre otras, ya sea personal o socialmente (Chiavenato, 2004).

En el estudio de este tema, se revisará la definición de cultura organizacional y su objetivo; al mismo tiempo, se describirán elementos como las barreras, obstáculos, valores, visión, estrategias de implementación, cultura ética y espiritualidad que están presentes en la organización y forman parte del día a día de sus colaboradores.
Las organizaciones están presentes e impactan en cada aspecto de la vida de los sujetos, por ello, la cultura organizacional nos recuerda que las personas tienen elementos comunes en función; por ejemplo, de su nacionalidad o de la zona del país en donde han nacido. Sin embargo, existen otros elementos que dependen del lugar en donde laboran y es ahí donde comienza el papel de la cultura organizacional.
La cultura organizacional se convirtió en una de las principales preocupaciones en el estudio del comportamiento organizacional. Ha sido definida como el conjunto de valores, creencias, conocimientos y formas de pensar que sirven de guía compartida por los miembros de una organización. Esa guía compartida es, en un examen más cercano, un conjunto de características clave para la organización.
La cultura organizacional representa los sentimientos de la organización que no están escritos. Todos los miembros de la organización participan en ella, pero pasa inadvertida.
Existen dos niveles de la cultura organizacional:
Proporcionar a sus miembros un sentido de identidad en la organización y generar compromiso con las creencias y valores que son mayores que ellos, son algunas funciones de la cultura organizacional.
La cultura organizacional cumple dos papeles centrales:
La cultura de una organización ayuda a guiar las actividades diarias para que los trabajadores cumplan ciertos objetivos que se han establecido, y a responder con rapidez a las necesidades de los clientes; es decir, conduce lo que los individuos realizan y cómo lo hacen, sin ser supervisados ni dirigidos constantemente. Por eso la cultura es un elemento importante para las organizaciones que son cada vez más complejas.
También es importante mencionar los siguientes elementos que nos permiten entender la cultura organizacional:
Creencias duraderas acerca de que ciertas conductas o consecuencias específicas sean preferibles sobre otras, ya sea personal o socialmente (Chiavenato, 2004).
Narraciones basadas en hechos reales que se repiten con frecuencia y que comparte todo el personal (Hellriegel y Slocum, 2009).
Narraciones basadas en hechos reales que frecuentemente se comparten entre los empleados de la organización y se cuentan a las personas de nuevo ingreso para informarlas al respecto (Chiavenato, 2004).
Hechos históricos que pueden estar embellecidos con detalles ficticios, o mitos que son consistentes con los valores y creencias de la organización, pero no están apoyados por los hechos (Robbins, 2009).
Actividades planeadas que constituyen un acontecimiento especial y se realizan en favor de un público (Robbins, 2009).
Algo que representa otra cosa. En cierto sentido, las ceremonias, historias, refranes y ritos son símbolos, puesto que reflejan los valores más profundos de una organización (Dávila, 2000).
La cultura tiene ciertas funciones dentro de una organización:
Por definición, la cultura es elusiva, intangible, implícita y se da como algo garantizado; sin embargo, cada organización tiene su propia forma de desarrollar un conjunto nuclear de suposiciones, entendimientos y reglas implícitas, las cuales gobiernan el comportamiento cotidiano en el lugar de trabajo. Las transgresiones de las reglas por parte de los ejecutivos de un nivel muy alto o de empleados que se encuentran en la primera categoría dan como resultado la desaprobación universal y penas severas.
El papel de la cultura como influencia del comportamiento de los trabajadores parece que hoy día es cada vez más importante en el lugar de trabajo. En la medida que las organizaciones van ampliando más su extensión de control, aplanan sus estructuras, introducen equipos, reducen la formalización y dan poder a los empleados; el significado compartido provisto por una cultura fuerte garantiza que todos los de la organización caminen en una misma dirección (Griffin y Moorhead, 2010).
Muchas de las funciones de la cultura son importantes para la organización y el empleado, ya que logran mejorar el compromiso que tiene la organización y a su vez incrementan la consistencia del comportamiento del trabajador. Algunos empleados han opinado que la cultura es valiosa, debido a que reduce ambigüedades en la organización.
La cultura dice a los empleados cómo efectuar las tareas, y le permite distinguir de todo lo que realiza qué es importante y qué no lo es. Por lo tanto, no se deben ignorar los aspectos disfuncionales de la cultura, los cuales pueden afectar la eficacia en las organizaciones, por ejemplo:
Barreras para el cambio
Cuando los valores que se comparten están en desacuerdo con los que persigue la eficacia de la organización, la cultura se vuelve un obstáculo. La probabilidad de que esto ocurra es mayor cuando el ambiente de la organización es muy dinámico. Cuando un ambiente llega a pasar por un cambio acelerado, la cultura que fue absorbida por la organización se torna inapropiada y la consistencia en el comportamiento es un activo para ella cuando enfrenta un ambiente estable; sin embargo, se convierte en una carga y hace difícil la respuesta a los cambios del ambiente (Robbins, 2009).
Obstáculos para la diversidad
Cuando una organización contrata a personas con diferencias de raza, edad, género, u otras, se crea una paradoja. La dirección quiere que los nuevos trabajadores acepten los valores culturales nucleares de la organización, pero al mismo tiempo la organización desea actuar con apertura y demostrar apoyo para las diferencias que las personas de la organización llevan a su lugar de trabajo (Hellriegel y Slocum, 2009).
Por lo regular, las culturas fuertes generan presión de forma considerable para que se vayan ajustando los empleados. Las organizaciones contratan individuos diversos debido a las fortalezas alternativas que llevan al sitio de trabajo; sin embargo, algunos de estos comportamientos pueden estar fuera de lugar en las culturas fuertes en donde las personas tratan de ajustarse. Entonces, las culturas fuertes se vuelven obstáculo cuando eliminan las fortalezas únicas que las personas con formaciones distintas llevan a la organización.
Obstáculos para las adquisiciones y fusiones
Los factores que son clave y en los que la administración pone toda su atención para tomar decisiones sobre adquirir o fusionarse con otras empresas se relacionan con ventajas financieras o sinergia en los productos. Que funcione la adquisición de estados financieros o de una línea de productos depende de la buena armonización de las dos culturas organizacionales. Algunas adquisiciones suelen fracasar después de que se han consumado (Robbins, 2009).
Cuando un empresario inicia un negocio, la creación de la cultura de la empresa puede parecer secundaria ante los procesos básicos para crear un producto o servicio y venderlo a sus clientes; no obstante, es pertinente aclarar que cuando una empresa crece y se va volviendo exitosa comienza a desarrollar una cultura que la distingue de las demás permitiéndole el éxito. Por lo tanto, podemos parafrasear que el éxito de una empresa depende de las estrategias que utiliza para realizar las cosas, pero también depende de su cultura.
Así, el proceso para crear una cultura de una organización debe vincularse con los valores estratégicos y culturales, de modo muy similar a la forma como la estructura de la organización está vinculada con su estrategia. Algunos aspectos a considerar son los siguientes:
Los primeros pasos que se dan en el proceso de la formación de una cultura organizacional comprenden el establecimiento de los valores. Primero se deben determinar los valores estratégicos de la organización, es decir, las creencias básicas acerca del entorno de una organización que le dan forma a su estrategia. Los valores estratégicos se desarrollan siguiendo un proceso de revisión del entorno y un análisis estratégico que evalúa las tendencias económicas, demográficas, de políticas públicas, tecnológicas y sociales para identificar las necesidades del mercado y que la organización puede satisfacer. El otro conjunto de valores son los culturales, aquéllos que los empleados necesitan adquirir para que la estrategia actúe con base en los valores estratégicos. Los valores culturales tendrán como sustento las creencias de la organización sobre la forma y razón, por las que la organización podría lograr el éxito. Cuando una organización desarrolla valores culturales desvinculados de los valores estratégicos tiene como resultado valores vacíos poco relacionados con el negocio emprendido (Robbins, 2009).
Al concluir el desarrollo de los valores estratégicos y culturales, la organización continuará con el establecimiento de una visión para su dirección. La visión es considerada la imagen de cómo se pretende que sea la organización en tiempo futuro. Debe representar la forma como los valores estratégicos y culturales se van a combinar para crear el futuro. Usualmente demanda a las personas que trasciendan sus capacidades e ideas del momento y las exhorta a alcanzar nuevos niveles de compromiso y entusiasmo. En una visión también pueden integrarse las opiniones y valores compartidos que sirven de base al cambio de la cultura de una organización (Robbins, 2009).
La organización debe iniciar la implementación de estrategias, por lo que se basará en los valores y emprenderá la acción que va a permitir alcanzar los objetivos. Las estrategias abarcan varios factores como el desarrollo del diseño de la organización hasta el reclutamiento y capacitación de empleados que comparten los mismos valores (Robbins, 2009).
El último paso de la formación de una organización es el reforzamiento de las conductas de los empleados. Tanto cuando se actúa con base en los valores culturales como cuando se implementan estrategias de la organización, este reforzamiento de conductas puede tomar varias modalidades. Una de ellas es que el sistema de recompensas formales en la organización premie las conductas deseadas de modo que los empleados lo valoren. Otra es que se relaten en la organización historias acerca de empleados que participan en conductas que demuestran los valores culturales; o bien, que la organización participe en ceremonias y rituales donde se enfatice el hecho de que los empleados hacen cosas cruciales para concretar la visión de la organización. Por lo tanto, la organización debe dar gran importancia a que los empleados hagan lo correcto (Robbins, 2009).
La fuerza y contenido de una cultura pueden tener influencia en el clima ético de una organización, así como en el comportamiento de sus integrantes. Cuando una cultura organizacional conforma estándares éticos se distingue por su tolerancia al riesgo y poca agresividad, y porque centra su atención en los medios y resultados. Los gerentes de una cultura así se sienten apoyados para correr riesgos y realizar innovaciones; no les gusta la competencia que no tiene sentido o aquélla en la que se compite por nada; ponen su atención en el proceso para lograr las metas y en las metas que se logran.
Para entender un poco más de las cuestiones éticas en las organizaciones, citaremos el ejemplo de Johnson & Johnson. De esta manera, una organización de cultura fuerte, pone mucho énfasis en las obligaciones que tienen como corporativo con los clientes, empleados, comunidad y accionistas.
Una cultura organizacional fuerte tendrá más influencias sobre sus empleados en comparación con una débil. Cuando una cultura es fuerte y apoya los estándares éticos elevados, tendrá incidencia positiva en el comportamiento de sus empleados.
A continuación, se sugieren algunas prácticas que debe realizar la dirección para crear una cultura ética:
Es difícil separar las modas de la administración de aquellos cambios que se vuelven duraderos en los directivos. Ante esto ha surgido una nueva tendencia: la creación de una cultura organizacional positiva, la cual enfatiza el desarrollo de las fortalezas del empleado, da más recompensas que castigos y centraliza la vitalidad y crecimiento individuales. Para ello, es importante considerar lo siguiente:
La cultura organizacional positiva no ignora los problemas, sino que muestra a sus empleados cómo deben capitalizar sus fortalezas. Varios empleados no conocen sus fortalezas, o cuando se les pregunta sobre ellas responden en términos subjetivos (Chiavenato, 2004).
Cuando se realizan actos indebidos ameritan castigo, pero también debe haber lugar a premios. Las empresas no deben premiar los buenos actos solamente con regalos extrínsecos (salario o ascensos), sino también con elogios. Cuando se habla de crear una cultura organizacional positiva se hace referencia a que los gerentes “atrapen a los empleados haciendo algo bueno”. Parte de la creación de la cultura positiva, precisamente, está centrada en los elogios; sin embargo, muchos gerentes se los reservan por temor a que los empleados se confíen y no se esfuercen más. Con todo, no hacer elogios se convierte en un “asesino silencioso”: aunque los empleados no los piden, los gerentes ignoran los costos que podrían pagar por no hacerlos (Chiavenato, 2004).
La cultura organizacional positiva pone énfasis en la eficacia de la empresa y el crecimiento del individuo. Ninguna empresa puede obtener las potencialidades de sus empleados si los considera como herramientas o “parte” de la compañía. La cultura positiva debe reconocer la diferencia entre el trabajo y una carrera, y mostrar interés en el trabajo de sus empleados para contribuir no solamente a la eficacia organizacional, sino también a lo que la empresa efectúa. Algunas investigaciones arrojan que un tercio de los trabajadores sienten que no aprenden ni crecen con su trabajo.
Algunos son escépticos ante los beneficios de una cultura organizacional positiva. Por ejemplo, no todas las culturas valoran el ser positivo tanto como lo hacen los estadounidenses. Promover una ortodoxia social de positividad se centra en una constelación particular de estados y características deseables, pero al buscarlos se puede estigmatizar a aquéllos que no cumplan con lo esperado. Hay beneficios al establecer una cultura positiva, pero una organización también necesita tener cuidado, para ser objetiva y no perseguir esa cultura más allá de la eficacia.
Al hablar de espiritualidad en el trabajo no nos referimos a aquellas prácticas religiosas organizadas; es decir, no se relaciona con Dios o la teología. Es el reconocimiento de que las personas tienen una vida interior que se alimenta por medio de los trabajos significativos que tienen lugar en el contexto de la comunidad.
El porqué de la espiritualidad ahora en las organizaciones
En la historia de la administración organizacional, así como en la del comportamiento, no se ha encontrado lugar para la espiritualidad, ya que el mito de la racionalidad supone que las organizaciones con una buena administración eliminan los sentimientos; no obstante, tomar en cuenta la espiritualidad de los empleados ayuda a entender su comportamiento en el siglo XXI.
Cuando las organizaciones promueven una cultura espiritual reconocen que las personas se integran de mente y espíritu, y desean empatizar con otros seres humanos y formar parte de comunidades.
El concepto de espiritualidad remite al análisis que se ha realizado de temas como ética, valores, motivación, balance y liderazgo entre el trabajo y la vida personal de los empleados. Cuando una organización es espiritual se preocupa por ayudar a sus empleados a que desarrollen todo su potencial; además, soluciona los problemas generados por conflictos relacionados con la vida personal y el trabajo.
Según Griffin y Moorhead (2010), se han identificado cuatro características culturales evidentes en las empresas que son espirituales:
Actividad. Elementos constitutivos de la cultura organizacional
La forma como se construye la cultura organizacional determina en mucho, el éxito de las organizaciones. Un salario moral consiste en cómo se trata al talento dentro de la oficina y esto va desde la forma en que se le habla, hasta el equipo en donde se le asigna. Por ello, con la siguiente actividad podrás reconocer las características e importancia de la cultura organizacional.
Autoevaluación. Cultura organizacional y las claves para entenderla
La construcción de equipos de trabajo, basados en una sólida cultura organizacional puede contribuir al desarrollo de la organización más allá del dinero, lo cual, sin duda mejorará los productos que de ella se obtengan.
Con la siguiente actividad podrás reafirmar los conceptos adquiridos sobre la cultura organizacional y sus características.
García, M. P., García, J., González, M. A. y Treviño, B. H. (2017). Apuntes digitales para la asignatura Comportamiento en las Organizaciones para Administradores. México: UNAM. Consultado el 10 de agosto de 2017 de http://fcasua.contad.unam.mx/apuntes/interiores/docs/20172/administracion/3/apunte/LA_1343_24056_A_Comportamiento__organizaciones_V1.pdf
Hernández, A. (2014, 23 de julio). Cultura organizacional, éxito de las Mipymes [Versión electrónica]. El Financiero. Consultado el 10 de agosto de 2017 de http://www.elfinanciero.com.mx/power-tools/cultura-organizacional-exito-de-las-mipymes.html
Uribe, E. (2015, 25 de mayo). 8 tips para construir una gran cultura empresarial [Versión electrónica]. Entrepeneur. Consultado el 10 de agosto de 2017 de ://www.entrepreneur.com/article/268346
Walker, B. y Soule, S. (2017, 9 de septiembre). Cambiar la cultura organizacional requiere de un movimiento y no de una orden [Versión electrónica]. El Financiero. Consultado el 9 de septiembre de 2017 de http://www.elfinancierocr.com/gerencia/Gerencia-Harvard_Business_Review-NYT-cultura_organizacional-movimiento-liderazgo-equipo-colaboradores_0_1245475472.html
García, J. (2017). Cultura organizacional. Unidades de Apoyo para el Aprendizaje. CUAED/Facultad de Contaduría y Administración-UNAM. Consultado el (fecha) de (vínculo).