Debe referirse sólo a las características observables de la conducta o traducir cualquier término inferencial; por ejemplo, “expresó sus sentimientos hostiles” a uno más objetivo: “dijo odiar a la maestra”.


Debe ser precisa y no ambigua para que los observadores puedan leerla y parafrasearla. Una definición clara es tecnológica y permite a otros utilizarla y replicarla. Por ejemplo, la definición de agresión para el niño “A” se refiere a golpear a sus compañeros con el puño cerrado en cualquier parte del cuerpo.

Debe señalar lo que se va a incluir como un ejemplo de la respuesta y aquello que se va a excluir. Una definición completa identifica lo que no es la conducta meta para que el observador la discrimine de otras respuestas similares. Por ejemplo, agresión para “A” no incluye lastimarse a sí mismo o tropezar con objetos.