El Modelo Médico Dual Religioso Humoral del Mundo Medieval

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Introducción


Durante los siglos posteriores a la caída del Imperio romano, el mundo antiguo comenzó lentamente a extinguirse; sin embargo, dos elementos de la ideología que vieron la luz en ese mundo antiguo continuaron estando presentes y se fortalecieron en los siglos posteriores: la medicina humoral y el cristianismo. Estas expresiones del pensamiento del hombre antiguo cobraron renovados bríos en el mundo medieval y sirvieron para edificar una medicina religiosa, tanto en el mundo cristiano como en el mundo árabe; asimismo, el pensamiento médico humoral de la antigüedad se fortaleció gracias a su preservación y difusión por los árabes que reconocieron en este legado del mundo antiguo un saber cuya utilidad era evidente. Esta característica permitió la difusión del modelo humoral en las escuelas medievales, que sirvió de base de los estudios médicos en las universidades medievales, que con los saberes médicos practicados por los cristianos edificaron una medicina en el tiempo, que hoy puede ser significado de la existencia de una medicina dual: religiosa y humoral.




Distinguir los diferentes elementos que conforman el modelo dual religioso humoral que existió durante el periodo medieval, con el fin de valorar el devenir de la medicina en el tiempo y los saberes de la medicina religioda y la medicina humoral.

Medicina cristiana


Después de la muerte de Jesús, quien fue crucificado en el sitio de la calavera, en las afueras de Jerusalén, en el año 33 de esta era, surgió una corriente filosófica y práctica de la medicina que se puede denominar medicina cristiana. Los seguidores de Jesús, retomando las palabras de los antiguos profetas judíos y las enseñanzas de Cristo edificaron un corpus de conocimientos relacionados con la salud y la enfermedad, que tuvo como núcleo central la idea de que Dios era el responsable de la salud del hombre y que la misma era una prueba divina para recordar su fragilidad en el mundo. En este sentido, la práctica de las enseñanzas de Dios, pero en especial su amor por los enfermos, codificaron una serie de preceptos que devinieron en la concepción de la caridad cristiana como regla de vida y como forma de imitación de la vida de Cristo para alcanzar el cielo.

Los primeros cristianos fueron llamados así por Tácito, autor romano de los Anales, que señaló que tomaron su nombre por ser seguidores de “Cristo” (Segura, 2002) y que, frente al peligro que representaban para el Imperio, fueron perseguidos.

La persecución trajo como consecuencia la aparición de los mártires de la nueva religión llamada cristianismo, quienes desde los tiempos de la iglesia primitiva creyeron firmemente en la idea de la sanación divina. Esta idea esta relatada en Mateo: “Y he aquí, se le acercó un leproso y se postró ante Él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Y extendiendo Jesús la mano, lo tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra” (Mateo 8:2). Con estas enseñanzas los primeros cristianos reforzaron su fe.

Hombres de rodillas rezando

(s. a.) (2006). Fe en Cristo [fotografía]. Tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Paintings_of_Saint_Stanislaus#/media/File:Sanctus_Stanislaus.JPG



Así, surgió la vida de los primeros mártires, entre cuyos nombres figuró Cecilia, una noble romana convertida y por ello martirizada.

Durante el periodo de la iglesia primitiva, los primeros cristianos formaron una ética de ayuda al prójimo, siguiendo la palabra de los apóstoles, quienes confiaron en Cristo en su papel de sanador, virtud que les fue heredada de él. Esto fue relatado en el libro de los Hechos, en donde el apóstol Pablo actúa como médico de Dios: “Y sucedió que el padre de Publio yacía enfermo con fiebre y disentería; y Pablo entró a verlo y después de orar puso las manos sobre él, y lo sanó” (Hechos 27:8).

Con el nacimiento de las órdenes religiosas, la imitación de la vida de Jesús y sus apóstoles se materializó en la práctica de los cristianos, quienes expresamente se dedicaron a su servicio, conforme a las palabras de Lucas, quien afirmó: “Y los envió a proclamar el reino de Dios y a sanar a los enfermos” (Lucas 9:2). Así, durante la época, que va del siglo V al XV, los cristianos edificaron una medicina para el auxilio de los suyos y de los enfermos que tocaron a las puertas de sus casas y monasterios.

En ese papel destacan los benedictinos, quienes fueron los fundadores del monacato organizado. Benito de Nursia (480-547) edificó un ideal de Dios en la tierra, y fundó la orden bajo una regla que enfatizó una disciplina regular en la que se reunieron la oración, el trabajo y el estudio. De esa organización sobresale la parte dedicada al trabajo de cuidar a los enfermos, pues, Benito, en la Regla 36, señaló: “Debemos de ocuparnos con preeminencia de los enfermos: debemos servirles como de si de Jesucristo se tratara, y a Él en verdad servimos en sus cuerpos, puesto que ha dicho: Estuve enfermo y vosotros me cuidasteis, y también: Lo que hayas hecho a uno de estos pobres, a mí me lo habréis hecho” (Etchevarn, s. f.). Esa máxima implicó el cuidado de los enfermos. Los benedictinos, primero y luego las otras órdenes religiosas, que se fundaron a lo largo de la historia, impulsaron en sus estatutos la idea de siempre contar en sus casas de una sala o local para cuidar a los enfermos.

Así, en la Regla de la orden benedictina, se sentenció: “[…] haya un local especialmente dedicado a los enfermos, y a su servicio un hermano temeroso de Dios, diligente y solícito. Se ofrecerá a los enfermos el uso del baño siempre que conviniere, pero concédase con más dificultad a los sanos y a los jóvenes, sobre todo. Concédase también el comer carne a los enfermos y a los muy débiles, a fin de que repararen sus fuerzas” (ibíd.).

Esta caracteristica definió, no solo los principios de la orden sino que, incluso definio la arquitectura de los monasterios del mundo medieval.

Los estatutos de la orden se hicieron bajo la consideración de que los enfermos eran la imagen de Cristo y cuidándolos a ellos se imitaba la vida del hijo de Dios, quien cuidó y sanó a los enfermos en la tierra. La espiritualidad cristiana que se practicó con el enfermo permitió al médico religioso trascender su vida material e imitar la vida de Jesús, con el fin de llegar al cielo. En correspondencia con esa mentalidad, la medicina practicada por los cristianos sostuvo la creencia de que la enfermedad era parte de un designio divino y correspondía a Dios su curación y al hombre sólo le estaba permitida la oración para favorecer la intervención divina. Esa tesis está perfectamente dibujada en el libro de Mateo, quien, hablando de Jesús, indico: “Y se extendió su fama por toda Siria; y traían a Él todos los que estaban enfermos, afectados con diversas enfermedades y dolores, endemoniados, epilépticos y paralíticos; y El los sanaba” (Leroux, 1999, p. 67).

Medicina islámica

La medicina islámica surgió en el siglo VII d. C., como una manifestación cultural de los grupos tribales árabes influidos por el islam. Mahoma nació en la Meca, en 570-632, y perteneció a una familia de comerciantes poderosos. En el año 622 d. C., en el monte Hira Mahoma recibió las revelaciones del arcángel san Gabriel, y a partir de allí nació la idea de la expansión de la fe en Alá-Dios. Mahoma asimiló el espíritu religioso de los pueblos tribales del desierto, predicando la sumisión a la voluntad divina establecida en el Corán. En esta cruzada estableció como centro religioso a la Meca, templo donde se conservó la Kaaba, que según la tradición árabe es un pedazo del cielo, que se ha puesto negro por los pecados de los hombres.



La meca rodeada por personas rezando

(s. a.) (2015). La Meca [fotografía]. Tomada de https://pixabay.com/es/photos/mezquita-arabia-saudita-la-kaaba-1075807/



En 622 inició la llamada Hégira, marchando a Medina, iniciando con ello la llamada expansión y conquista árabe. Así, en 634 d. C., conquistaron Mesopotamia, en 637, Egipto, en 642, Túnez, en 711, España y finalmente fueron detenidos al sur de Francia, en 732; sin embargo, tuvieron oportunidad de llegar a la India, en 1001. Políticamente, durante los omeyas (661-750), el árabe fue la lengua común del mundo islámico y en el califato de Bagdad (749-1258) se inició la recuperación de la cultura griega. Como anécdota se refiere que, al enfermarse el califa Al Mansur, y fracaso de sus médicos, hizo llamar a Girgis, director del Hospital Nestoriano de Gundishapur. Este médico lo alivió, y agradecido el califa lo nombró su médico personal, además de interesarse por las fuentes y la medicina griega que conocían los nestorianos que, recordemos, habían sido expulsados de Bizancio siglos antes. Con ese hecho inició la recuperación de los escritores antiguos y las fuentes griegas y romanas. Al Mansur ordenó la traducción al árabe de los textos de Hipócrates, Aristóteles, Discórides, Galeno y otros autores.

En este periplo, durante la primera época de la conquista árabe, existió la llamada Medicina del Profeta, que los adeptos de Mahoma adoptaron como una medicina tribal a la que incorporaron normas de vida, dietas, reglas de higiene que formaban parte del camino de la salvación. Mahoma incluyó en el Corán algunas reglas que se agruparon en el Tib Al Nabi, texto donde se integró la salud espiritual con la salud corporal.


Señalemos que la expansión del islam permitió que la medicina árabe entrara en contacto con medicinas más desarrolladas que acabó por integrar. Un autor árabe, Al-Farabi, decía que la medicina como las demás ciencias tenía una Ars activa y una Ars especulativa. La primera es enseñanza, la segunda es activa y práctica, pero ambas dan origen a la regula o totalidad, que es la enseñanza con carácter de práctica y profundamente religiosa.

De los encuentros árabes con otros saberes médicos, justo la integración de la Escuela de Gundishapur al mundo árabe fue el más importante. Recordemos que ese colegio de tradición grecolatina tuvo su origen en los médicos griegos nestorianos que fueron expulsados en 489 de Edessa, por el obispo Ciro, a los que se unieron también los filósofos médicos procedentes de la Escuela de Atenas, cerrada por Justiniano en 529.

La Escuela de Gundishapur, en 729 estaba funcionando y se denominaba a sí misma Academia Hipocrática, por la doctrina que mantenía. Una vez incorporada al dominio árabe, en ella se educaron los médicos que, luego en Bagdad, educaron a varias generaciones de médicos sobresalientes. Señalemos que en la escuela no sólo existió un interés por la medicina griega, sino que también los estudiantes conocieron la filosofía griega. Así, Platón, Aristóteles e incluso otros filósofos sirvieron para crear una escuela de filosofía musulmana, que tuvo como representes a los filósofos médicos de Averroes y Avicena.

Dentro de la tradición médica que surgió en el mundo árabe, existieron algunos aportes, como fue el caso de la figura del Hakim (el médico filósofo), que se guio en el camino de la medicina buscando la sabiduría, guiado por las más elevadas normas éticas. El Hakim efectuó su aprendizaje con un maestro médico, con el que estudiaba conocimientos básicos, donde se incluían las tradiciones del profeta, los textos médicos griegos, que incluían manuales de introducciones galénicas, así como el estudio de astronomía, las matemáticas, la filosofía y generalidades. Esos conocimientos le permitían al Hakim ser un observador de la naturaleza y un racionalizador de los fenómenos naturales.

Una forma de conocimiento que también practicó el Hakim fue viajar por el mundo conocido para buscar la verdad, enseñanza muy clara que el profeta había establecido:

“Quien deja su casa para dedicarse a la ciencia, sigue los caminos de Alá hasta el día de su regreso”.






Señalemos que en la medicina árabe existieron escuelas que estaban al lado de las mezquitas y que se llamaban madrazas. Allí, los estudiantes conocían la medicina y el Corán. Se señala que con el paso del tiempo hubo necesidad de crear escuelas profesionales y por ello en Bagdad, en ese siglo XI, se creó la Bat-Al-Hikma (la casa de la sabiduría), donde se enseñó medicina. El método de aprendizaje escolar se basaba en la memorización de los textos, y luego por medio de preguntas y respuestas se afinaba el conocimiento, que se ponía a prueba a través de la munazarat o disputa, sobre los textos que servían para ejercitar el conocimiento entre los alumnos. Como parte de la educación que recibía el médico, el maestro acompañado de sus alumnos pasaba revista a los enfermos en los hospitales que también se encontraban al lado de la mezquita, permitiendo que los alumnos practicaran lo aprendido, junto con sus conocimientos botánicos y de farmacias. Señalemos que en estas escuelas médicas había bibliotecas, jardines, baños, cocinas y dormitorios para los alumnos.

Las familias de médicos más notables del periodo fueron los Musawi, médicos de la corte, en particular Abu Zacariya (777-857), que fue hijo de farmacéutico y que estudió medicina en Bagdad y que luego fue maestro de Hunayn. Este médico fue uno de los primeros en traducir al árabe textos griegos. Así, fue autor de un tratado de oftalmología y unos aforismos de medicina, populares en la Edad Media.

Hunayn (808-873) fue el principal trasmisor de la medicina griega al árabe. Nació en el antiguo Irak, en el seno de familia de cristianos nestorianos, siendo su padre un farmacéutico reconocido. Estudio medicina en Bagdad, con Zacariya y se dedicó a recopilar textos griegos en varios sitios de Oriente, como Mesopotamia, Siria, Irak, Palestina y Egipto. Gracias al apoyo del califa Al Mutawaki realizó traducciones de gran rigor. Hunayn fue autor de varios textos de medicina, siendo el más famoso la Introducción a la Medicina, o Isagoge, obra en donde discutió a profundidad las llamadas seis cosas naturales de Galeno; además, produjo traducciones al árabe de las obras de Dioscórides, Oribasio, Alejandro de Tralles y Pablo de Egina, así como escritos de Aristóteles, que aún se conservan. También tradujo al sirio textos de Platón y Aristóteles, así como obras de Galeno.



Médico traduciendo textos griegos al árabe

(s. a.) (2007). Hunayn [ilustración]. Tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Hunayn_ibn-Ishaq_al-%27Ibadi_Isagoge.jpg



Escribió textos sobre dietas, enfermedades de los ojos y estómago, dientes, piedras preciosas, meteorología, religión t dramática árabe. Con ese impulso por el rescate de la tradición grecolatina, en Bagdag instaló una Escuela de traductores del griego al árabe, que realizó su trabajo efectuando la tarea con criterio filológico comparativo, pues se compraba los textos de las diversas fuentes.


En ese sentido, la medicina árabe siguió fielmente la doctrina médica humoral, siguiendo en especial a Galeno y sus conocimientos sobre anatomía y patología, así como la explicación fisiológica griega de los cuatro humores y los cuatro elementos, y la teoría del equilibrio. Como parte de sus conocimientos médicos, los árabes, en relación con la enfermedad, señalaron que el coito, las secreciones y las retenciones eran causa de enfermedad, al perderse calor natural y enfriarse el cuerpo. Otros factores, como causa de las enfermedades, fueron los alimentos y las bebidas. En lo que atañe a la terapéutica, propusieron siguiendo a los antiguos que la dietética era la principal arma de la terapéutica. Un factor importante respecto a este tema fue que resultado de sus conquistas los árabes aumentaron el número de sustancias de la materia médica descrita por Dioscórides.

Aparte de ello, los árabes fueron los creadores de la alquimia y desarrollaron técnicas físicas y químicas que permitieron al filósofo Al Jeber, cristalizar, filtrar, destilar y sublimar sustancias no conocidas, como el alcohol, que descubrieron los árabes. En lo que atañe a instituciones médicas, los árabes edificaron casas conocidas como Bimaristan o casas para enfermos, que en sentido estricto fueron hospitales, los cuales fueron una contribución de la medicina del islam al mundo. Así, en el 707 surgen hospitales en Bagdad. En el año 765 surge el Dayr Huizquil o casas para enfermos mentales. En el 981, el Dar Al-Marhama (Casa de Misericordia), y en 1120 surge el hospicio con escuela para jovenes.


Finalmente, durante el califato de los abasidas se ordenó que cada mezquita tuviera su casa de enfermos. Señalemos que en 850 surgió en Túnez una leprosería. Estas instituciones médicas estaban organizadas conforme a una dirección administrativa y una médica y contaban con farmacia propia.

Existían secciones para hombres y mujeres, y había salas donde atendían especialistas en enfermedades de los ojos, narices, fiebres, cirugía, etc. En este apartado destacan el tratamiento para los enfermos mentales, que eran encerrados en cuartos especiales y donde se les proporcionaban terapias musicales, baños y ocupaciones, sin dejar de lado el encadenamiento. Una terapia importante fue la que se practicaba en el hammam o baño que tuvo una gran importancia cultural en el islam. Señalemos que en el Corán se prescribía el diario lavado del cuerpo y de pies al entrar a la mezquita. Como dato histórico se conoce que en el siglo X había en Bagdad 3000 baños públicos y en la Córdoba española 300. El interior de estas construcciones era de mosaicos, con fuentes de agua fría y caliente, y circulación de vapor. Había música y se utilizaban perfumes. Se recomendaba su uso frecuente para disminuir el cansancio, abrir los poros, conforme a la teoría de Demócrito, facilitar la salida de los humores dañosos, facilitar la expulsión de la orina y ayudar a la digestión; además, allí se recibían masajes y ejercicios propios de la masoterapia, que ayudaban a mantener a salud. Su construcción destacaba por una cúpula decorada primorosamente.

Entre los médicos árabes más importantes y que fueron conocidos y seguidos durante mucho tiempo por la cultura médica occidental se encuentra Rhazes, que nació el año 865, en la ciudad persa de Hurasan. Estudió en Bagdad medicina con Al Tabari. Rhazes fue autor del Continente de la medicina, una obra de gran importancia en el mundo medieval y moderno; además, fue autor de una célebre monografía sobre la viruela y el sarampión, los cuales diagnosticó como infecciosos. Sus descripciones sobre los síntomas iniciales de estas enfermedades, como cada uno de los pasos clínicos para reconocerlas, son de gran valía clínica. Siguiendo las técnicas indias y de China propuso la variolización, por medio de la pulverización de las costras que son arrojadas vía narices para provocar un cuadro atenuado y por tanto inmune frente a la enfermedad. Rhazes destacaba que el médico debía observar el curso natural de la enfermedad, así como al componente psíquico del enfermo; sin embargo, el médico Avicena fue el más exquisito de los autores médicos árabes.

Este médico nació en Afisina y murió en Hamadán a los 57 años de edad. Su obra más importante fue el Canon, que fue utilizado como texto médico de enseñanza por todas las facultades del occidente europeo hasta el siglo XIX. El libro fue considerado toda una autoridad en medicina y comienza señalando que “Me ha interesado mucho, por encima de cualquier otra cosa, tomar la palabra para tratar de los principios generales y comunes de ambas partes de la medicina, a saber, su teoría y su práctica”. En su conjunto, el Canon de Avicena trata todo el campo de la medicina conocida hasta ese momento. La obra contiene cinco libros, siendo el 1.º Libro de anatomía y fisiología; 2.º Teoría de los medicamentos; 3.º Enfermedades de cabeza a pies; 4.º Fiebres y 5.º Sobre los compuestos.

Finalmente, recordemos que la importancia de la cultura médica árabe radicó en que históricamente jugó el papel de trasmisor de la cultura médica grecolatina al occidente medieval, y por ende su conocimiento al mundo moderno, de donde luego surgió la llamada medicina científica occidental, algo nada desdeñable y que merece ser recordado siempre.

Medicina alto-medieval


El periodo de la medicina medieval inició con el asalto de Alarico contra Roma en el año 410, que significó el hundimiento del Imperio romano, pues con ese evento se hizo evidente la fragmentación del imperio, desapareciendo con ello los saberes antiguos; sin embargo, los nuevos pueblos que sucedieron a los romanos tuvieron por lo general una medicina muy pobre, ya que la medicina franca o merovingia tuvo un nivel teórico y práctico muy bajo. En ese sentido, la medicina de los pueblos invasores de Roma fue una medicina bárbara que en nada se comparó al conocimiento médico de los antiguos griegos y romanos; por ejemplo, los pueblos germanos concebían la enfermedad como un castigo sobrenatural dirigido por los dioses a los hombres. Los pueblos germánicos tuvieron una medicina donde el hechicero actuó siguiendo reglas mágico-empíricas.

Las mujeres fueron sanadoras y responsables del cuidado de los embarazos y partos, pues sabían de hierbas y plantas medicinales. Sacar o alejar el mal era común y servía para proteger a los hombres. En lo que atañe al conocimiento del cuerpo, los pueblos germanos tuvieron conocimientos anatómicos como resultado de las heridas de guerra y los sacrificios. Para el caso específico de las heridas se practicó su limpieza y curación. Es interesante señalar que hubo trepanaciones, con el fin de sacar un demonio causante de la enfermedad.

Pasaron algunos siglos para que los pueblos vencedores del imperio tuvieran medicina diferente a la de los pueblos bárbaros y que empezó a emerger debido al interés de los reyes y los miembros de la corte. Teodorico el Grande (493-526) apoyó a Severino Boecio (480-524) para traducir algunos textos antiguos. El médico griego Antíno, fue autor de una Epístola dedicada al monarca, cuyo fin fue mostrarle un “régimen de sanidad” propio para su salud. Durante esa época se conocieron algunos fragmentos de Hipócrates, Sorano, Celio Aureliano, Oribaso y Alejandro de Tralles, Rufo de Éfeso, Discórides y Plinio. Durante esta época la España visigoda, a través de su contacto con el norte de África y Bizancio, fue el sitio en donde destacaron figuras como Isidoro de Sevilla (570-636), arzobispo y autor de Liber de natura rerum y de las Etimologías, obras que destacan por contener ciertos conocimientos médicos, así como de las propiedades terapéuticas de plantas y animales. En Inglaterra, Beda el Venerable (674-735) destacó con su De natura rerum, obra cuyo sentido médico es innegable.

En lo que atañe a la práctica de la medicina, destacan ciertos datos referidos a que el obispo de Mérida, Pablo, realizó una operación cesárea, y que también se practicaban operaciones de castración y cirugías de cataratas; sin embargo, la medicina fue empírica y religiosa, y los enfermos preferían los remedios divinos a los naturales. Durante la época medieval alta la figura del médico seglar estuvo acompañada del médico monacal. Respecto a su formación, el médico seglar aprendió el oficio con maestro. Por su parte, el médico clérigo, al ingresar a la orden religiosa, conocía el arte de curar y aprendía los ejercicios y técnicas de la medicina, lo que le aseguraba cierto nivel de conocimiento, pues sabía de fiebres, tocaba el pulso y hacía examen de la orina, así como practicaba sangría y regímenes dietéticos. La relación del médico con el enfermo, en el caso del médico seglar, fue el lucro y el practicante de la medicina monacal realizó su trabajo médico sirviendo a los enfermos.

Actividad. El modelo médico dual religioso humoral del mundo medieval

En los siglos posteriores al mundo antiguo, en el mundo conocido, se gestó una medicina constituida de elementos antiguos que se fortalecieron con el cristianismo. Ese fundamento constituyó la medicina medieval que tuvo características religiosas y humorales. Los árabes contribuyeron a la difusión del modelo humoral en las escuelas medievales, lo que sirvió en las universidades para edificar una medicina significada como dual: religiosa y humoral.




Autoevaluación. El modelo médico religioso humoral del mundo medieval

En los siglos posteriores al cristianismo, en el mundo se constituyó una medicina medieval de características religiosas y conocimientos humorales. El tránsito de la medicina antigua al mundo medieval tuvo en los árabes a sus más firmes impulsores, quienes contribuyeron a la difusión del modelo humoral; por ello, en Europa se edificó una medicina religiosa y humoral que pervivió durante varios siglos.


Fuentes de información

Bibliografía

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Serrano, O. (2017). Evolución de la medicina. Páginas selectas. Ciudad de México: Facultad de Medicina-UNAM.

Documentos electrónicos

Etchevarn, C. (s. f.). Regla de san Benito de Nursia. Consultado de http://www.holytrinitymission.org/books/spanish/rule_st_benedict_s.htm

Cómo citar

Sánchez, G. (2020). El modelo médico dual religioso humoral del mundo medieval. Unidades de Apoyo para el Aprendizaje. CUAED/Facultad de Medicina-UNAM. Consultado el (fecha) de (vínculo)