La medicina del siglo XX es un capítulo complejo que en su progreso muestra las facetas por las cuales se ha desarrollado en México. Así, desde el nacimiento de los hospitales modernos, como el Hospital General, la apertura de los nuevos institutos de investigación, como el de Cardiología, fundado por Ignacio Chávez, hasta llegar a la inauguración de una zona de hospitales e institutos médicos enclavados en el sur de la Ciudad de México, pasando por la creación de las instituciones médicas que proporcionan seguridad social al conjunto de los habitantes del país, la medicina mexicana ha mostrado una fortaleza institucional, un rigor científico y un sentido social, que son tres huellas que le han proporcionado sentido e identidad en el siglo que recién acaba de terminar.
A inicios del siglo XX, la Escuela Nacional de Medicina continuó ofreciendo la carrera de Médico Cirujano, que se estudia durante un periodo de cinco años. En total se cursan 20 materias, correspondiendo siete a especialización, que eran las siguientes: ginecología, oftalmología, otorrinolaringología, dermatología, venerología, pediatría y psiquiatría; asimismo, en este plan se consideraron cinco materias como preespecialidades, incluidas en el programa, que fueron las materias de anatomía patológica, fisiología experimental, bacteriología, higiene y medicina legal. La complejidad de los estudios médicos, conforme fue avanzando el siglo, fue creciente, como lo muestra el plan de estudios de 1915, en donde el estudiante estaba obligado a cursar un total de 40 asignaturas en un periodo de seis años, y cuya finalidad fue intensificar sus conocimientos teóricos y prácticos, y práctico-teóricos. En especial, estos últimos referidos a los conocimientos clínicos, ya que el plan de 1915 muestra de modo claro la división de los estudios en áreas de conocimiento como la morfología, la fisiología, la salud pública, y es de mayor peso el conocimiento relacionado con la clínica; por ejemplo, clínica propedéutica, clínica médica, clínica de obstetricia, clínica dermatológica, etc.
Una vez instalada la Revolución mexicana, a partir de 1911, los nombres de los directores de la Escuela Nacional de Medicina comenzaron a aparecer. Entre los más renombrados podemos citar a los doctores Fernando Zárraga, Aureliano Urrutia, Julián Villareal, Ulises Valdés, Ángel Hidalgo y Nicolás Ramírez de Arellano. A ellos siguieron los nombres de Rosendo Amor y Fernando Ocaranza, quien implantó, según sus palabras, el pensamiento fisiológico. Ignacio Chávez fue electo para dirigir la Escuela Nacional de Medicina en 1933, fecha en que tuvo oportunidad de celebrar el centenario del Establecimiento de Ciencias Médicas, origen y destino de la Escuela Nacional de Medicina. En esa coyuntura, Chávez llevó a cabo, según sus propias palabras, una profunda reforma material y espiritual en la escuela. Los festejos del centenario iniciaron con las llamadas Jornadas Médicas, así como los Cursos de Perfeccionamiento en Medicina, para alumnos postgraduados, que fueron impartidos por distinguidos médicos, destacando los de especialistas en cardiología, y que pueden ser considerados como los antecedentes de los cursos de especialidad y de educación continua del país. En lo que atañe a la reforma económica del plantel, Chávez inauguró un Auditórium, salones de clases, pero en especial modernos laboratorios de fisiología, bacteriología, embriología, histología y un anfiteatro; además, puso en marcha, conforme a concurso académico entre los profesores del plantel, un nuevo plan de estudios, que ha sido considerado por el Dr. Carlos Viesca, el mejor plan de estudios médicos del siglo XX. En 1954, una vez inaugurada la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en los terrenos de Ciudad Universitaria (CU), la Facultad de Medicina abandonó el viejo edificio del Palacio de la Inquisición y se trasladó a CU, donde actualmente se encuentra y donde aún se imparte la carrera de Médico Cirujano, así como las licenciaturas en Investigación Médica, Medicina Forense y Fisioterapia, cuyos estudios son de reciente creación.
(s. a.) (2016). Facultad de Medicina, Ciudad Universitaria [fotografía]. Tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Facultad_de_medicina_facmed.jpg
Casi iniciando el siglo XX, México ingresó a la modernidad hospitalaria, al inaugurar, el 5 de febrero de 1905, el primer hospital moderno, que tuvo pabellones para las diversas enfermedades. Este modelo nosocomial fue imitado posteriormente en México. Eso fue un hecho importante, pues intensificó el vínculo hospital-escuela, como una manera de formar en las ciencias básicas a los hombres y mujeres, estudiantes de medicina, que tuvieron oportunidad de cursar más materias de su carrera en el hospital. Una novedad más fue que el Hospital General fue concebido como una díada hospital-sitio de investigación, debido a que el Dr. Eduardo Liceaga concibió…
Esas características del hospital permitieron que pronto surgieran los pabellones de especialidad, cuya única diferencia con el resto fue que los enfermos estaban agrupados por enfermedad, situación que más tarde dio nacimiento a las especialidades médicas.
Señalemos que los primeros pabellones-servicio fueron los de oftalmología y otorrinolaringología, ginecología y obstetricia, así como pediatría. En sus primeros años, el hospital tuvo un director, correspondiendo el honor de ser el primero al Dr. Fernando López, así como cinco jefes de departamento, que fueron de medicina, cirugía, maternidad, infecciosos y el departamento José González Echevarría, para no infecciosos.
En 1924, al arribar a la dirección del hospital el Dr. Genaro Escalona, había aproximadamente 31 servicios médicos trabajando, pero Escalona dio prioridad a la fundación de los servicios de cardiología, enfermedades de vías urinarias y enfermedades del aparato digestivo, dirigidos por los doctores Ignacio Chávez, Aquilino Villanueva y Abraham Ayala González.
En sentido estricto, estos fueron los primeros servicios médicos de especialidad y las primeras especialidades médicas que hubo en México, que iniciaron, como señaló el Dr. Chávez, con la única diferencia de que en cada servicio se agrupó a los enfermos por su mal, es decir, no había ningún otro paciente de otra enfermedad. Esto significó la creación de un modelo de medicina clínica integral, cuyos ejes fueron: la práctica-teórica de la medicina interna, diagnóstico médico basado en el uso de pruebas de gabinete-instrumentales y, como ha señalado el Dr. Carlos Viesca, “complicadas y precisas”. Y el Tratamiento quirúrgico de gran complejidad.
Eso fue un legado del Hospital General de México a la medicina del siglo XX, pues a partir del nacimiento de las primeras especialidades, éstas cobraron forma y ritmo, y empezaron a surgir rápidamente todos los servicios médicos del país en los siguientes años.
Señalemos que ese fue un movimiento social que impactó a la medicina mexicana del siglo XX, y cuyo origen e influencia irradió del Hospital General hacia las otras instituciones médicas, incluidas las escuelas médicas, pues, como ejemplo, señalemos que, en 1922, en el General se inauguró un Pabellón de Radium, especializado en cancerología. Entre otras de las novedades médicas que podemos señalar de la época, en cardiología se empezó a realizar el diagnóstico clínico diferencial para la angina de pecho, el doble soplo, la carditis reumática aguda, la estenosis mitral aguda y el llamado corazón neurotónico, que sentaron las bases de la clínica cardiológica. Para lograr el nivel deseado se contó con tecnología médica, como manómetros, oscilómetros y el electrocardiógrafo tipo Boulitte, que sirvió para identificar las ondas T y conocer los primeros electrocardiogramas y ortodiagramas en el país.
(s. a.) (2010). Electrocardiograma [fotografía]. Tomada de https://pixabay.com/es/photos/electrocardiograma-beat-cardiolog%C3%ADa-16948/
En vías urinarias, Aquilino Villanueva y colegas, desde 1926, empezaron a contar con equipo para realizar pielografías y una cámara para obtener cistoscopias. Pronto, como parte del servicio, se instaló el laboratorio, a cargo del Dr. Gustavo Argil, para obtener pruebas de sulfofenoltaleína. Allí trabajaron José Joaquín Izquierdo y Alberto Guevara Rojas. Carlos Viesca indicó que Villanueva ganó el concurso médico del Hospital General de 1927, al deslumbrar a los jueces tras efectuar con habilidad un cateterismo transendoscópicamente en los ureteros, en un caso de hidronefrosis (Díaz y Viesca, 1994). Oficialmente, el servicio de especialidad fue inaugurado el 14 de octubre de 1930, contando con una sala de operaciones, mesa de rayos X especial para pielografías y laboratorio con todo el equipo e instrumentos para el diagnóstico de las enfermedades de vías urinarias.
Por otra parte, en gastroenterología, Ayala González inició el análisis semiológico de la úlcera crónica de estómago y duodeno con su respectivo diagnóstico tratamiento quirúrgico, y cuyas conclusiones fueron presentas por Ayala en su trabajo de ingreso a la Academia Nacional de Medicina; trabajo considerado el origen de la gastroenterología en México. Posteriormente, en ese servicio hubo práctica del sondaje duodenal y de endoscopia del recto y sigmoides, encargado a Leónides Guadarrama, así como el análisis coprológico y biopsias a cargo de Raoul Fournier. Un reto para la gastroenterología de la época fue el tratamiento de los padecimientos del esófago, que se comenzaron a diagnosticar utilizando tecnología médica, como los esofagoscopios de Chevalier-Jackson, el gastroscopio de Elsner, así como los dilatadores y las sondas de hule duodenales y tubos de Faucher, que permitieron el estudio de la bilis obtenida por el método de Meltzer-Lyon. Así, las primeras gastroyeyunostomías, practicadas por Darío Fernández y Ayala González, y luego las primeras esofagoplastías, ejecutadas por Ayala González y Mario Quiñones, en 1928, empezaron a ser comunes y del día a día, para tratar casos de estenosis del esófago. En su conjunto, las operaciones gastroduodenales y de vías biliares, que, aunadas a la transfusión sanguínea practicada como parte de esas operaciones quirúrgicas, significaron la consolidación de una escuela mexicana de gastroenterología, con un abordaje que usó un modelo de atención médico especializado, cuyas etapas fueron, primero, la consulta de medicina interna, el uso rutinario de endoscopia para el diagnóstico diferencial, y finalmente el tratamiento médico quirúrgico.
En el Hospital General de México, otras especialidades más antiguas, como la otorrinolaringología, la oftalmología y la ginecología y pediatría, también se desarrollaron en la época.
Por ejemplo, en oftalmología se tuvo una lámpara de cuatro y un oftalmoscopio corneano y aparatos de anestesia, usando protóxido de azoe. En ginecología hubo esterilizadores, autoclave y lavabo en el servicio dedicado a las enfermas de fiebre puerperal. En pediatría se comenzó a practicar cirugía pediátrica a cargo de Mario A. Torroella y Manuel Escontria. Un servicio que se empezó a desarrollar, independiente al de tuberculosos, fue el de enfermedades pleuropulmonares, en donde Donato G. Alarcón había iniciado la cirugía de tórax usando técnicas de colapso pulmonar. Manuel Gea González realizó los primeros neumotórax y el doctor Manuel Gómez Pimienta efectuó cirugías de neumolisis intrapleural en el Pabellón 27. Es de destacar el curso que Ismael Cosió Villegas impartió en 1929 sobre neumología clínica en el hospital, que concluyó con la construcción de la primera campaña antituberculosa y la construcción del Hospital de Huipulco, en el sur de la Ciudad de México.
(s. a.) (s. f.). Lámpara de cuatro, oftalmología [fotografía]. Tomada de https://pixabay.com/es/photos/optometr%C3%ADa-l%C3%A1mpara-de-hendidura-4161052/
Como complemento de lo señalado, la cirugía en el Hospital General continuó desarrollándose, y los pabellones 1, 2, 3, 15 y 16 fueron los relacionados con la cirugía general. El Pabellón 14 se destinó a la cirugía ginecológica, siendo las laparotomías cosa rutinaria, así como las histerectomías totales y subtotales, vía vaginal y abdominal, así como los vaciamientos pélvicos con técnica de Wertheim. Menos frecuentes fueron las resecciones mamarias. También se practicaron operaciones de uretroplastías. Operaciones de apéndice –como la que practicó en el Pabellón de Pensionista Gastón Melo, el Dr. Gustavo Baz, al presidente Lázaro Cárdenas del Río, en 1936, con total éxito– y de hemorroides, de pie equino, artrotomías, tratamiento de osteomielitis, de lesiones tuberculosas óseas, cirugía de tiroides, de adenomas, de cáncer de tiroides, de bocio exoftálmico, así como resecciones abdominoperineales.
Señalemos que, como parte de ese conjunto, en 1943, en el Pabellón de Neurocirugía del Hospital General, el Dr. Clemente Robles operó por primera vez en el mundo y con éxito un caso de absceso amibiano en el cerebro, demostrando que la cirugía practicada en el Hospital General de México era de excelencia mundial. El hospital tuvo como complemento y auxilio una escuela de enfermería en donde se capacitó al personal femenino para auxiliar a los médicos. El hospital también tuvo una revista médica: Hospital General. Revista de Ciencias Médicas, cuyo primer número apareció en 1925. El hospital también tuvo sociedad de médicos, adoptando el nombre de Sociedad Médica del Hospital General, que comenzó a funcionar a partir de 1927. En el Hospital General se fundó también la Academia Mexicana de Cirugía, en 1933, como la Sociedad Mexicana de Cardiología, en 1935, y en 1936 se fundaron la Sociedad de Gastroenterología y la Sociedad Mexicana de Urología, lo que da cuenta de la importancia de esta institución en la medicina mexicana.
Antes de la Revolución mexicana, las labores de vigilancia y directriz de la medicina nacional recaían en la Secretaría de Gobernación, que a través del Consejo Superior de Salubridad y la Beneficencia Pública eran los organismos responsables de la salubridad y la higiene, comprendidos como salud pública y de los hospitales y casa de corrección de la república, respectivamente. Una vez promulgada la Constitución de 1917, tal responsabilidad cayó en manos del Departamento de Salubridad Pública y del Consejo de Salubridad General, el primero con responsabilidad operativa y el segundo con responsabilidad de planeación. Esta dualidad concluyó cuando, en 1920, se creó el Departamento de Salubridad Pública, cuyo primer secretario fue el doctor Gabriel Malda. Le sucedieron Bernardo Gastélum, Aquilino Villanueva, Rafael Silva y Gastón Melo, y a su muerte Manuel F. Madrazo. Durante este periodo, el Departamento de Salubridad llevó a cabo enérgicas campañas sanitarias contra el tifo, la lepra, el mal del pinto, etc., en donde el Servicio de Propaganda y Educación Higiénica tuvo un papel destacado. El departamento en esta época organizó un Servicio de Higiene Escolar, Higiene Industrial, Higiene Infantil, e incluso una Oficina de Higiene Rural, etc., así como un nuevo Código Sanitario, que mostraban las nuevas tendencias y preocupaciones de los responsables de la salud pública del periodo.
El 15 de octubre de 1943, el presidente Manuel Ávila Camacho creó la Secretaría de Salubridad y Asistencia, con el fin de reunir las acciones sanitarias que realizaba el antiguo Departamento de Salubridad con las acciones que vincularan la estructura organizativa y de atención en un solo organismo. Tal responsabilidad cayó en el primer secretario, el doctor Gustavo Baz Prada, quien reorganizó la dependencia original, creando las direcciones de Salubridad del Distrito Federal, General de Higiene de los Estados y Territorios, de Servicios Médicos Rurales y Cooperativos, de Epidemiología, de Estudios Experimentales, en cuyo interior surgieron un Consejo de Investigación Médica, que luego se transformó en Dirección General de Investigación Médica, así como direcciones de Enfermería, de Trabajo Social, de Odontología y de Higiene Industrial. En lo que atañe a políticas públicas se enfatizó el combate a las enfermedades, su erradicación y profilaxis, para su manejo preventivo, incluyendo campañas de vacunación de la población; sin embargo, un programa que destaca por sí solo fue el Plan de Desarrollo Hospitalario, cuyo fin fue crear una red hospitalaria moderna para dotar de unidades médicas a la población de escasos recursos en todas las regiones de la república mexicana. Anotemos que resultado de esas políticas, en 1973 se creó el primer Plan Nacional de Salud, cuya finalidad fue estructurar acciones tendientes a la mejora continua de los servicios médicos a la población, con el objetivo de extender la cobertura de los servicios sanitarios a la población, y mejorando la promoción y coordinación de la estructura responsable del cuidado de la salud de los mexicanos.
Esto trajo como consecuencia la formación de un gabinete del Sector Salud, presidido por el secretario en turno, con el fin de vincular y organizar interinstitucionalmente a todos los actores –directores de escuelas, hospitales, institutos, organismos etc.– de la salud pública en México. Anotemos que un ejemplo eficaz de toda esta política fue la creación de la Cartilla Nacional de Vacunación, que permitió en los años previos la obligatoriedad de que los infantes fueran vacunados contra enfermedades como la poliomielitis, sarampión, difteria, tétanos, tosferina, tuberculosis.
En 1982 a raíz de la creación de la Secretaría de Salud, fue elevado a rango constitucional, el 3 de febrero de 1983, el derecho a la atención a la salud, por medio de la Ley General de Salud, que marcó el fin de la nueva era, que inició en 1917, sobre la atención de la salud pública en México en el siglo XX.
(s. a.) (s. f.). Esquema Nacional de Vacunación [esquema]. Tomado de https://www.gob.mx/salud/articulos/esquema-de-vacunacion
Alejado del centro de la ciudad, en 1935 fue inaugurado el Sanatorio para Enfermos Tuberculosos de Huipulco. Para 1966, fue nombrado Hospital para Tuberculosos, y para 1969 cambió su nombre a Hospital para Enfermedades Pulmonares. En 1975 su nombre devino en Instituto Nacional de Enfermedades Pulmonares, y finalmente en 1982 fue nombrado por decreto Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias. La institución, como su nombre lo ha indicado a través del tiempo, se ha dedicado a la investigación y tratamiento de las enfermedades respiratorias; por ello, fue institución clave en la formación de especialistas en neumología, cuyas etapas en la cirugía son reconocidas, pues de formar tisiólogos que atacaban radicalmente los estragos de la tisis en pulmón y otros aparatos, ha devenido en la búsqueda de técnicas y niveles de atención, en donde la telemedicina, teleimagenología, teleaspirometría y telepatología apuntan a la renovación del conocimiento de las enfermedades de vías respiratorias.
El Hospital Infantil de México se inauguró el 30 de abril de 1943, y su primer director fue el doctor Federico Gómez. Es interesante apuntar que, en mayo de ese año, se definió a la institución como un organismo público descentralizado con personalidad jurídica y patrimonio propio. En sus inicios contó exclusivamente con dos departamentos, uno de medicina y otro de cirugía, organizados por las edades de los niños que atendía; así, hubo un servicio de prematuros y lactantes, preescolares y escolares. Hubo salas de tuberculosos, sifilogía, dermatología, ginecología, urología y contagiosos. El hospital tuvo en sus inicios 550 camas con todos los servicios.
Señalemos que cirugía conto con especialidades de ortopedia, otorrinolaringología y oftalmología, así como con laboratorios de análisis clínicos, gabinete radiológico y banco de sangre, que fue el segundo del país. En 1952, a raíz de la campaña contra la poliomielitis, el hospital, con el fin de dar apoyo respiratorio, contó con pulmomotores. Incluso A. Sabin utilizó el hospital para crear su vacuna antipoliomielítica. Una innovación en el servicio fue el de psiquiatría, creado a instancias de Ramón de la Fuente. En investigación destacan los aportes de Maximiliano Salas en patología, relacionados con el estudio de la ictericia neonatal asociada a factor Rn, y de leucemias, investigación donde estuvo asociado con Sidney Faber, pionero de la quimioterapia, que derivó en el uso del metrotexate, en la década de 1950, de la vincristina, en 1965, y del retinoblastoma, del cual fue pionero en el mundo. Su órgano de difusión fue el Boletín Médico del Hospital Infantil.
(s. a.) (s. f.). Hospital Infantil de México [fotografía]. Tomada de http://himfg.com.mx/interior/el_instituto.html
(s. a.) (s. f.). Instituto Nacional de Cardiología [fotografía]. Tomada de http://tlalpan-cmx.ncamexico.com/instituto-nacional-de-cardiologia-ignacio-chavez/
Este instituto se fundó el 18 de abril de 1944, en la calzada de la Piedad, en la Ciudad de México, en donde funcionó hasta el 17 de octubre de 1976, cuando se cambió al edificio de Tlalpan, en donde realiza sus actividades de investigación, docencia y servicio médico. En sus orígenes, la cardiología se empezó a practicar en el Hospital General, en donde se inició el diagnóstico clínico diferencial para ciertas enfermedades, como la angina de pecho, el doble soplo, la carditis reumática aguda, la estenosis mitral aguda, que sentaron las bases de la clínica cardiológica. Para lograr el nivel deseado se contó con tecnología médica, como manómetros, oscilómetros y el electrocardiógrafo tipo Boulitte, que sirvió para identificar las ondas T y conocer los primeros electrocardiogramas y ortodiagramas en el país.
Aparte, Arturo Rosenblueth fue el responsable del laboratorio de fisiología. En 1948, el laboratorio de farmacología estuvo a cargo de Rafael Méndez, en donde se estudiaron plantas medicinales, como el yoloxóchitl, de propiedades tonicardiacas para el manejo de la hipertensión arterial, la cardiopatía, la cardiopatía isquémica, la insuficiencia cardiaca y las arritmias. El Departamento de Electrocardiografía estuvo a cargo de Demetrio Sodi y en donde Enrique Cabrera tuvo un desarrollo destacado como parte de la Escuela Mexicana de Cardiología. Este departamento, en 1977, evolucionó hacia la ecocardiografía.
Otro laboratorio importante fue el de metabolismo basal y pruebas funcionales, en donde se investigó la presión venosa y la velocidad de circulación al interior de venas y arterias. En 1946, ese departamento se trasformó en el de hemodinamia, donde Ignacio Chávez, Alejandro Celis y Narno Dorbecker llevaron a cabo las primeras cardioangiografías por medio de cateterismo transyugular. En 1950, Rodolfo Limón y Víctor Rubio hicieron cateterismo retrógrado, introduciendo un catéter por arteria para llegar a las cavidades del corazón. El Instituto de Cardiología realizó investigación de punta en el área, y su revista, en los inicios de la institución, fue Los archivos latinoamericanos de cardiología y hematología, que luego cambio a Revista del Instituto de Cardiología.
Otro hospital que se trasformó en instituto fue el Hospital de Enfermedades de la Nutrición, creado en diciembre de 1944, y confiado al Dr. Salvador Zubirán Anchondo; luego fue conocido como Instituto Nacional de Enfermedades de la Nutrición, a partir del 12 de octubre de 1946. Años después, el 26 de mayo de 2000, se le cambió el nombre por Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Esta institución líder en la medicina nacional se ha definido por el cultivo de la medicina interna. En sus muros han crecido especialidades como la endocrinología, la gastroenterología, la hematología, genética e inmunología; además, otras especialidades, como la bioquímica médica, la nutrición, la fisiología, la biología de la reproducción, biología molecular y otras; son muestras de su fortaleza en las áreas de la investigación, que a la par de la cirugía experimental en tiroides, transplante renal y de hígado, conforman un instituto de alcance internacional. Desde 1948, su Revista de Investigación Clínica tiene alcance nacional e internacional y es fiel reflejo de las investigaciones llevadas a cabo por el instituto en el ámbito de las enfermedades crónico-degenerativas, como la diabetes, la obesidad y las hepatitis crónica, por mencionar algunas.
El Instituto de Nacional de Cancerología fue inaugurado el 25 de noviembre de 1946. Recordemos que, en el Hospital General, en 1922, se inauguró un Pabellón de Radium, especializado en cancerología; luego, en 1925 se creó una sección de cáncer en el Instituto de Higiene. En 1928 vio la luz la obra de Conrado Zuckermann, intitulada Los cánceres, en donde se propuso una estrategia para establecer una lucha contra el cáncer en México. El programa incluía difusión entre los médicos, propaganda entre el público y un proyecto para la creación de un instituto contra el cáncer. En 1929 se efectuó un censo de cancerosos en la república, contabilizándose, en 1936, 3454 defunciones por el mal, en una época en donde la población del país era de 16 552 722 habitantes, contando la ciudad de México con 1 229 576 habitantes. En agosto de 1933 se fundó la Revista Mexicana de Cirugía, Ginecología y Cáncer, y en 1936 el doctor Conrado Zuckermann Duarte presentó un plan de campaña anticancerosa al Departamento de Salubridad Pública, señalando que la lucha contra el cáncer era digna, pero no llenaba las necesidades del medio. Así, del 22 al 30 de noviembre de 1938 se llevó a cabo la Semana del Cáncer, a invitación de la Unión Internacional del Cáncer. En junio de 1941 se fundó la Oficina de Campaña contra el Cáncer, formada, entre otros, por Manuel Martínez Báez, iniciando la campaña con fines educativos dirigida a los médicos y a la población. Como medio de definición se diseñaron folletos y cursos y se planeó la creación de clínicas especializadas en la detección del cáncer, usando métodos de detección citológica del cáncer cérvico-uterino y clínica, y radiográfica del de mama. Señala el Dr. Carlos Viesca que los tratamientos quirúrgicos se ampliaron poco a poco en los centros especializados, como el Pabellón de Oncología del Hospital General y el área de hospitalización del Instituto Nacional de Cancerología, y más tarde, ya en los setenta, en el Hospital de Oncología del Centro Médico Nacional, del Instituto Mexicano del Seguro Social.
(s.a.) (2008). Instituto Nacional de Cancerología [fotografía]. Tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:InstitutoNacCancerologiaDF.JPG
La campaña de 1941 tuvo como eje las siguientes definiciones:
En 1951, en el instituto, el laboratorio de citología, a cargo de la doctora Julieta Calderón, logró el reconocimiento por parte de la OMS, de ser la unidad de detección y diagnóstico del cáncer cérvico-uterino. En 1951, Conrado Zuckermann Duarte señaló que había en el país aproximadamente 75 000 cancerosos, de los cuales morían anualmente, en promedio, 15 000, es decir, que cada media hora un canceroso moría y otro estaba en agonía. Por ello, el 1 de octubre de 1944 se fundó el Departamento Anticanceroso Dr. Ulises Valdez, en la calle del Chopo número 131, de la colonia Santa María, teniendo un servicio de consulta para enfermos deambulatorios. Se contaba con rayos X. En 1948 se recibió un inmueble, en la calle Dr. Balmis número 181. En mayo de 1963, el Instituto Nacional de Cancerología se mudó a la calle de Niños Héroes número 151, ampliando su capacidad con tres quirófanos, y finalmente, en 1980, se ubicó en la calle de San Fernando número 22, en Tlalpan, en donde se convirtió en una institución de vanguardia, ya que tuvo una bomba de cobalto, acelerador lineal, tomografía axial computarizada, laboratorio clínico y medicina nuclear. Su interés se enfoca a la prevención y detección temprana del cáncer; elaboración de guías oncológicas para las 10 neoplasias más frecuentes en México; cuidados paliativos; infraestructura médica y administración de servicios; y control del tabaquismo.
El Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía fue fundado en 1958, cuando la Dirección General de Neurología, Salud Mental y Rehabilitación quedó a cargo del doctor Manuel Velasco Suárez. Posteriormente, el 28 de febrero de 1964, nació como Hospital Nacional de Neurología, cuyo fin fue el estudio y la investigación de las enfermedades nerviosas. Su desarrollo ha contribuido al nacimiento de especialidades como la neurología, neurocirugía, neurofisiología y neuroquímica. Entre sus servicios cuenta laboratorios de microbiología, radioisótopos y laboratorio clínico. La Unidad de Investigaciones Cerebrales es vanguardia; fue la creada en 1973, con el fin de determinar las drogas existentes en los líquidos biológicos del cerebro; asimismo, el Servicio de Psiquiatría ha fundado una Unidad de Psicofarmacología Clínica, con el fin de efectuar estudios con drogas cerebrales. En lo que atañe a la cirugía, el instituto ha sido pionero en México de técnicas quirúrgicas para el tratamiento de aneurismas cerebrales, neurocisticercos y meningiomas, entre otros.
(s. a.) (2015). Instituto Nacional de Neurología y Neurociencia [fotografía]. Tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Entrada_del_Instituto_Nacional_de_Neurolog%C3%ADa_y_Neurocirug%C3%ADa.JPG
Otras instituciones que se han formado en el devenir del siglo XX fueron el Instituto Nacional de Pediatría, creado en 1970, dedicado a las enfermedades de los infantes; asimismo, el Instituto Nacional de Perinatología Isidro Espinoza de los Reyes, que fue creado en 1977, reconociendo la labor de este destacado médico en esta área de la medicina, para el manejo de los embarazos de alto riesgo, climaterio, salud reproductiva y perinatal.
En 1979 se creó el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, orientado a realizar investigación en psiquiatría, con énfasis en el estudio de patologías psiquiátricas y enfermedades mentales, que en conjunto representa, con los contemporáneos institutos de Genómica, de Rehabilitación y de Geriatría, parte del movimiento social de la medicina mexicana del siglo XX.
Desde el final de los años 30, el gobierno del general Lázaro Cárdenas comenzó a diseñar la legislación que daría origen al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). El proyecto se hizo realidad en 1943, cuando fue fundado el IMSS, cuyo fin fue el siguiente:
(s. a.) (s. f.). Prestaciones de seguridad social [fotografía]. Tomada de https://pixabay.com/es/photos/inter%C3%A9s-banco-dinero-ahorrar-4516075/
(s. a.) (2017). Pérdida de vida en el trabajo [fotografía]. Tomada de https://pixabay.com/es/photos/muerte-funeral-coffin-luto-2421820/
(s. a.) (2013). Accidente laboral [ilustración]. Tomada de https://pixabay.com/es/vectors/hombre-trabajador-cajas-llevar-156891/
(s. a.) (2016). Invalidez [fotografía] Tomada de https://pixabay.com/es/photos/silla-de-ruedas-discapacidad-1595794/
(s. a.) (2016). Atención materna [ilustración]. Tomada de https://pixabay.com/es/illustrations/m%C3%A9dico-sonograf%C3%ADa-ipad-hospital-1807475/
Fue hasta el año siguiente cuando comenzó a funcionar el servicio médico en el Distrito Federal. Esto sucedió el 6 de enero de 1944, en un consultorio ubicado en el número 10 de la calle de 16 de septiembre de la Ciudad de México, en el mismo edificio que ocuparon las oficinas administrativas del recién creado IMSS. El Dr. Guillermo Fajardo señala que dos meses más tarde un hospital improvisado, asentado en la calle del Carmen, de la colonia San Ángel, también de la ciudad, fue asaltado y su mobiliario destruido, debido a los grupos de opositores a la institución médica; sin embargo, rápidamente, con consultorios y pequeños hospitales subrogados, la institución comenzó a funcionar en el país, como fue el caso de los estados del norte de la república, en donde los sindicatos de trabajadores más organizados, como los de la Laguna, en Saltillo, Coahuila, comenzaron a recibir atención médica.
Así nació la medicina social y la seguridad social por parte del Estado. Esta institución médica, con el paso de los años, se consolidó en México, tal y como ocurrió en 1963, cuando fue inaugurado el Centro Médico Nacional del IMSS, cuyos hospitales de Oncología, Neumología, Ginecoobstetricia, Pediatría, General, Traumatología, y Rehabilitación y Convalecencia, serían un referente de la consolidación de las especialidades médicas en el siglo XX, así como de la investigación médica, por contar con una Unidad de Medicina Experimental y Banco de Sangre, amén de una Unidad de Congresos. Anotemos que en los hospitales del IMSS se realizaron primicias de la medicina mexicana, como la que ocurrió en 1963, cuando en el Hospital General del Centro Médico Nacional del IMSS, los doctores Federico Ortiz Quezada, Manuel Quijano y Gilberto Flores, realizaron el primer trasplante renal con éxito en México, beneficiando con ello a miles de pacientes, que en los años posteriores fueron sometidos con éxito a un trasplante renal. Otro de los hitos de la medicina contemporánea en el IMSS, fue que en el Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional La Raza, donde en 1988, el doctor Rubén Arguero y un equipo médico de excelencia, realizaron el primer trasplante de corazón en México.
Otra medida sumamente benéfica, llevada a cabo por el IMSS, fue la creación del Programa IMSS-Coplamar, cuyo objetivo, en 1979, fue prestar servicios de salud a 10 millones de campesinos marginados por medio de 911 unidades médicas rurales y 23 hospitales rurales en 14 estados de la república. La premisa del programa fue que la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados (Coplamar) obtenía los recursos del Gobierno Federal y el IMSS establecía un programa de cooperación comunitaria y operación de esos recursos, a través de su personal médico, para atender a la población más pobre del país. Otra institución del Estado fundada para atender a los trabajadores fue el denominado ISSSTE (Instituto de Seguridad Social y Servicios para los Trabajadores del Estado), cuyo eje principal fue ofrecer atención médica de excelencia para los empleados del gobierno federal. Esta organización comenzó a funcionar en 1960, inaugurando sus primeras instalaciones médicas el 25 de agosto de 1966, y fue el Hospital 20 de Noviembre uno de sus más emblemáticos hospitales, el cual, como muchos hospitales e institutos públicos y privados, también ha contribuido como hospital-escuela a la formación de los estudiantes de medicina que reciben instrucción, al ser lugar de residencia médica para los alumnos que cursan una de las tantas especialidades médicas que hubo en el país en el siglo XX.
El siglo XX mexicano se inauguró con una epidemia, cuando al final de 1902 hubo una gran cantidad de misteriosas muertes que iniciaron en la aduana marítima del puerto de Mazatlán, en donde las ratas y la peste bubónica invadieron en diferentes fases la ciudad. Los médicos indicaron que la epidemia inició a partir de la llegada del buque Curazao, que arribó del puerto de San Francisco, California, en los Estados Unidos. Ante ello, el Consejo Superior de Salubridad, en México, envió al Dr. Octaviano Gonzales Favela para que fuera a confirmar la existencia del mal. Ante su respuesta positiva, el Consejo declaró que, a partir del 31 de diciembre de 1902, había peste en el puerto. Frente a ello, el Consejo dictó una serie de medidas para impedir que la peste se propagara fuera de ese lugar.
El objetivo fue desaparecer la epidemia e impedir su propagación por tierra y frenar su avance por mar; para ello, se recomendó realizar “enérgicas visitas domiciliarias”, aislar totalmente a los enfermos y sospechosos del mal, establecer campos de observación para el personal que atendía a los atacados, enviar más médicos al sitio y más personal sanitario al puerto, así como contar con policías bien remunerados para establecer una vigilancia entre los sospechosos y sus familias, pero particularmente trasladar forzosamente a los lazaretos a los enfermos, así como a la población a campos de observación, con el fin de evitar las aglomeraciones y la destrucción por fuego de todas las casuchas, en donde el mal se hubiera identificado.
Al año siguiente, desde Cuba, el Dr. Carlos Finlay (1970), jefe de sanidad de Cuba, alertó a la Comunidad Médica Mexicana sobre el mosquito causante de la fiebre amarilla, afirmando que “es la Stegomyia fasciata, y no el cuerpo humano, la que debemos considerar como huésped permanente del parásito de la fiebre amarilla” (p. 25) Con esas razones, el Consejo Superior de Salubridad de México señaló que, por ello, se debían de estudiar a los mosquitos y zancudos que producían las fiebres. En 1910, una plaga de mosquitos invadió la ciudad y el Gobierno ordenó su captura para evitar enfermedades epidémicas en el año del Centenario de la Independencia Nacional. Este año es importante, ya que, en el combate a las enfermedades, se inauguró en 1910 el Manicomio General de la Castañeda, cuyo fin fue proporcionar atención médica a los enfermos del sistema nervioso, a través de un hospital especializado en las diversas patologías del cerebro. Por otra parte, en 1915, el doctor José Terrés, en la Universidad Popular Mexicana, hizo un llamado a la población de la Ciudad de México, para defenderse de las enfermedades infecciosas, ocasionadas por los microbios.
(s. a.) (s. f.). Médicos mexicanos atienden a paciente con fiebre amarilla [fotografía]. Tomada de http://culturacentro.gob.mx/detalle.php?act=190731
Por otra parte, casi al término de la década más mortífera del siglo, en 1918 la epidemia de influenza española invadió la república mexicana, que dejó a su paso, sólo en la Ciudad de México, la cantidad de 34 mil personas. El periódico El Universal, a principios de 1919, indicó que la influenza mató en todo el país a 436 200 personas. Las condiciones de salubridad de la época fueron un tema de cambio, e incluso se señaló que las peluquerías y salones de belleza del Distrito Federal serían más higiénicos, debido a que los establecimientos de primera categoría debían de contar con agua corriente, procedente de las cañerías del servicio público, con lavabos de agua caliente y fría, para el aseo personal de la clientela. Como parte de las campañas sanitarias para erradicar las enfermedades, el Gobierno federal incluso utilizó las salas de cine para realizar la Campaña Nacional Antivenérea, usando ese vehículo de propaganda con conferencias sustentadas por los doctores Manuel Martínez Báez, Ismael Cosío Villegas y Alfredo M. Saavedra, a la población de la Ciudad de México, que se volcó en masa a los cines de la capital, para ver las cintas que, como parte de los materiales de educación, exhibió el Departamento de Salubridad en su lucha contra la sífilis, gonorrea y chancro blando. En los años siguientes, las autoridades continuaron con las campañas sanitarias para la población del país, realizando, en 1940, una campaña para decretar la separación de hombres y mujeres en los baños públicos de la Ciudad de México. Años más tarde, el Gobierno federal estableció un combate frontal contra la lepra, y para ello estableció un Servicio Nacional de Profilaxis de la Lepra. Con actividades a realizarse en los dispensarios, sanatorios, preventorios, unidades sanitarias y centros, por médicos sanitarios con preparación en leprología y con adiestramiento epidemiológico, auxiliados por enfermeras, laboratoristas y trabajadores sociales, encargados todos de ofrecer una atención integral del manejo del paciente leproso en el llamado Dispensario Antileproso o Centro Dermatológico, unidad que contaría con equipo necesario para acabar con la discriminatoria enfermedad que aquejaba a los mexicanos más pobres de la sociedad. A estos males, en las décadas siguientes, se unieron el combate a las enfermedades producto de los trastornos renales, del corazón, del pulmón, del sistema nervioso, etc., que abarcaron todos los sistemas y aparatos del cuerpo humano, incluidos los trastornos metabólicos y genéticos. Es evidente que también los padecimientos por grupos de edad fueron atendidos; así, las enfermedades de los niños, de las mujeres e incluso de los ancianos, a través de la fundación del Instituto Nacional de Geriatría, han marcado el devenir de atención a las enfermedades en México durante el siglo XX.
La medicina del siglo XX tuvo un sinfín de facetas que muestran su desarrollo en México. Desde el nacimiento de los hospitales modernos, con el Hospital General, sus personajes, la apertura de los nuevos institutos de investigación, pasando por la creación de las instituciones médicas rectoras que proporcionaron la seguridad social al conjunto de los habitantes del país, la medicina mexicana ha mostrado su fortaleza institucional, rigor científico y un sentido social, que le dan identidad en el siglo que recién acaba de concluir.
A continuación, identifica los diferentes elementos que, en conjunto, fortalecieron y consolidaron a la medicina científica en México en el siglo XX.
La medicina en México en el siglo XX es rica en tradiciones y prácticas que demuestran su desarrollo científico. La inauguración de hospitales modernos, como el Hospital General, en donde nacieron las especialidades médicas, la creación de grandes instituciones médicas y la complejidad de las funciones que realizan, como es el ejemplo de los institutos de investigación, hasta la planeación, organización y rectoría de la salud pública en México, han mostrado su fortaleza institucional y un sentido social, que ha dado identidad a la medicina y rumbo histórico en el siglo que recién acaba de concluir.
Para esta autoevaluación deberás identificar y valorar los diferentes componentes, procesos, instituciones y personajes que fortalecieron y consolidaron a la medicina científica en México en el siglo XX.
Fuentes de información
Amézquita, J. A., Bustamante, M., López, A. y Fernández, F. (1960). Historia de la Salubridad y de la Asistencia en México, 1959-1982. Ciudad de México: Secretaría de Salubridad y Asistencia.
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Finlay. J. C. (1970). Obras completas (tomo IV) (compilado por César Rodríguez). La Habana, Cuba: Academia de Ciencias Médicas/Museo Histórico de Ciencias Médicas “Carlos J. Finlay”.
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Ocaranza, F. (1934). Historia de la medicina en México. Ciudad de México: Laboratorios Midy.
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Cómo citar
Sánchez, G. (2020). Medicina mexicana del siglo XX. Unidades de Apoyo para el Aprendizaje. CUAED/Facultad de Medicina-UNAM. Consultado el (fecha) de (vínculo)