Dominar una lengua consiste en ver el mundo a través de ella; los pensamientos y monólogos interiores se van hilando en el idioma materno, pero una vez que se adquiere la habilidad de hablar un segundo o tercero se pensará en ese nuevo código. Aprender el vocabulario es básico porque a partir de él comunicaremos lo que deseamos; sin embargo, existe otra herramienta que le da forma a ese paradigma: la sintaxis. Ésta pondrá las reglas del juego; para ser un buen ajedrecista, no sólo hay que conocer las figuras que están en el tablero; con el tiempo, se aprenden movimientos para vencer al contrincante.
Las reglas son esenciales para comprender cómo funciona una lengua; si sólo se destina tiempo al aprendizaje del vocabulario, el dominio de ese nuevo idioma será elemental, tal y como se comunicaba Tarzán con Jane. En esta unidad, se verán los modificadores del sujeto y el verbo, además de una clasificación de las oraciones simples en el español.
Para lograr con eficacia comunicar un mensaje, es necesario dominar las reglas de esa nueva lengua; una a una se almacenan en tu cerebro. Al principio, podrás emplear oraciones básicas, pero, con el tiempo, adquieres más herramientas sintácticas, vocabulario, sonidos y una nueva forma de concebir la realidad. En las primeras etapas, no lograrás ejecutar con maestría una conversación; pareciera que todo está aislado e inconexo. La sintaxis logra establecer un orden; poco a poco, los hablantes logramos combinar el paradigma hasta formar sintagmas. “El término σύνταγμα significa con orden; de ahí que se aplique a cualquier sucesión de elementos lingüísticos” (Cuba, 2012, 173).
Es preciso señalar que las oraciones poseen un carácter lineal; es decir, se desarrollan en un periodo de tiempo y las palabras se separan por una pausa o espacio, si el mensaje es escrito. Además, cada uno de sus elementos sigue posiciones jerárquicas. Los sintagmas son estructuras conformadas por varias palabras que están ligadas entre sí. Hay un elemento principal y los demás se subordinan; un enunciado u oración bimembre está compuesto por un sintagma nominal más uno verbal; es decir, consta de dos núcleos centrales: el del sujeto y el del predicado.
Existen otro tipo de oraciones: las unimembres; son sintagmas que carecen de núcleos, ya que no tienen sujetos ni predicados; por lo general, este tipo de enunciaciones están vinculadas con fenómenos naturales o las encabeza una preposición.
Llueve.
¡Silencio!
De pie, por favor.
Al sujeto también se le conoce como frase nominal; quienes ejercen esta función son los nombres propios, sustantivos o pronombres y pueden complementarse con adjetivos, complementos adnominales y aposiciones, elementos que nos dan información adicional. Para que la información quede más clara, observa siguientes ejemplos:
Los complementos adnominales, como su nombre lo indica, van junto al nombre o sujeto y responden a la pregunta de quién; por ejemplo:
La vida de Juana
Los sustantivos pueden estar acompañados de modificadores como artículos y adjetivos. En el ejemplo anterior “la” es modificador de “vida”. Las aposiciones aparecen cuando deseamos dar información sobre nuestro sujeto; funcionan como un adjetivo. En este caso, destacamos un apodo:
Juana, la Loca
Los sujetos pueden encontrarse al principio, en medio o al final de una oración; por ello, es imprescindible observar el verbo; si está en plural, el sujeto tendrá el mismo número; después, se hacen las preguntas qué, quiénes o quién.
En sus últimos años, su vida se deterioró progresivamente.
Una vez que encontramos el verbo, se hace la pregunta qué se deterioró; así, sabremos que “su vida” es el sujeto de la oración. Para proceder al análisis, ésta se reacomodará en su orden lógico:
Su vida se deterioró progresivamente en los últimos años.
En ocasiones, el sujeto se omite para evitar repetirlo y se deduce de qué, quién o quiénes se está hablando por medio del verbo —recuerda que éste guarda información del número y la persona—; cuando aparecen este tipo de oraciones, se dice que hay un sujeto tácito, elidido, omitido o morfológico; por ejemplo:
Vivió encerrada en Tordesillas.
El verbo “vivió” se encuentra en pretérito del modo indicativo; por su forma, pertenece a la tercera persona del singular que puede ser él o ella; sin embargo, en la oración el participio “encerrada”, exhibe la información de femenino por su terminación –ada. Entonces, el sujeto morfológico es “ella”.
Los núcleos verbales pueden presentarse de dos formas: simples —duermo, hablamos, fue— o perifrásticos —he estado pensando, vendrá a cantar, está bailando, se echó a reír—. Un verbo presenta cinco tipos de modificadores:
Cuando las oraciones bimembres pierden su independencia y se ligan entre sí, se les denomina proposición. Esas oraciones bimembres simples se convierten en compuestas y sus elementos pueden ir aumentando; por ejemplo:
Juana estudió música y aprendió a bailar.
En el ejemplo, hay dos proposiciones que se enlazan por la conjunción “y”:
1. Juana estudió música […]
2. […] aprendió a bailar.
Observa que, de forma independiente, funcionan como oraciones, pero, en conjunto, son proposiciones coordinadas. Existen otro tipo de oraciones llamadas subordinadas, éstas tienen un funcionamiento complejo; por ejemplo:
Nosotros compramos un libro que habla de Juana I de Castilla.
En negritas, aparece una proposición que está incluida en la oración principal. A manera de resumen, podemos decir que las proposiciones dependen de un enunciado y las oraciones son independientes.
Desde el punto de vista sintáctico, la oración simple se clasifica en transitiva, intransitiva, reflexiva, recíproca, pasiva, pasiva refleja y unipersonales.
Su núcleo verbal admite un complemento directo y se puede construir en pasiva;
por ejemplo:
Juana escribió una carta.
El núcleo verbal de esta oración no admite complementos directos, sólo
indirectos; por ejemplo:
Juana vivió en España.
Sucede cuando la acción del verbo recae en el sujeto y éste la ejerce sobre sí
mismo; por ejemplo:
Juana se maquilla frente al espejo
Sucede cuando dos sujetos ejecutan una misma acción verbal; por
ejemplo:
Juana y su esposo se besaron.
El objeto se convierte en sujeto y el sujeto en agente; casi siempre va
acompañada de perífrasis verbales; por ejemplo:
Su mano era pedida por los Reyes
Católicos.
Al igual que la pasiva, el objeto directo se convierte en sujeto; carece de un
agente y nunca se nos dice quién realiza la acción. Los verbos van acompañados de la partícula
se; por ejemplo:
Se arregló una boda por conveniencia.
En ellas, no aparece el sujeto, el verbo aparece en tercera persona; usan
verbos relacionados con fenómenos físicos, como llover, tronar, alborear, amanecer; por
ejemplo:
Anocheció temprano.
Otros verbos que también se constituyen de esta
forma son hacer, haber y ser; por ejemplo:
Es muy tarde.
Hay mucha
gente.
Hace frío.
Diferentes tipos de oraciones simples, compuestas y subordinadas se concatenan y expanden para moldear una idea, con la finalidad de crear mensajes claros y congruentes.
La sintaxis no sólo sirve para organizar un discurso, también es esencial en el orden del pensamiento. Las personas escribimos tan rápido que no tenemos tiempo de analizar si cada elemento escrito o verbalizado tiene concordancia gramatical y sintáctica; desde ahora, pon en práctica estas herramientas para mejorar tu redacción.
El sujeto suele aparecer como pronombre, nombre propio o sustantivo; algunas veces es tácito o bien
un verbo, adverbio o adjetivo pueden sustantivarse y actuar como sujetos. Por ejemplo: Correr hace
bien. Un sujeto además posee diferentes modificadores; éstos pueden ser complementos
adnominales, aposiciones, adjetivos y artículos.
El verbo tiene cinco tipos de complementos: directo, indirecto, agente, predicativo y circunstancial.
Para terminar, ¿recuerdas la clasificación de las oraciones simples? Esta autoevaluación te ayudará a reforzar los conceptos estudiados y a ejercitar tu memoria.
Fuentes de información
Bibliografía
Ávila, R. (2007). La lengua y los hablantes. Ciudad de México: Trillas.
Cuba, L. (2011). Introducción a los estudios lingüísticos. La Habana: Pueblo y Educación.
Bibliografía
Beristáin, H. (2007). Gramática estructural de la lengua española. Ciudad de México: UNAM- Limusa.
Cómo citar
Islas, B. M. (2018). Sintaxis Elemental. Unidades de Apoyo para el Aprendizaje. CUAED/FES Acatlán-UNAM. Consultado el (fecha) de (vínculo)